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Vuelve la burra al trigo... ¿Y qué?
Miguel Andrés Amado

Totalmente convencido de lo inoficioso del tema que voy a tratar, ofrezco de antemano excusas a quien por error o por falta de algo mejor que hacer, se haya encontrado con este patético relato, cuya duración debo reconocer con humildad es inversamente proporcional a su calidad literaria.

Y es que el tema que traigo a discusión, entiendo, es uno de aquellos que logran como pocos, originar posiciones tan encontradas como hipócritas (característica ancestral de nuestro noble pueblo, que data desde los inmemoriales inicios de nuestra nada noble estirpe tropical).

Como habrán podido adivinar (espero que no) el tema de esta vez es Padres e hijos, ese delicioso seriado del medio-día (ahora entiendo por qué cada vez más posicionado en el horario “prime time” de tres de la tarde).

Pero lo más sorprendente de este vano relato, es que no se trata de uno de aquellos repetitivos y aburridos discursos caracterizados por esa innumerable sarta de insultos e improperios proferidos en contra de tan loable proyecto que la gente suele hacer en público, como táctica de pseudo-intelectualidad, con propósitos de seducción, o simplemente por hacer conversación. No, nada de eso, Lo que en esta ocasión me trae aquí es la necesidad de defender a todo honor, la importancia que este seriado ha tenido en el desarrollo personal de miles colombianos, que sin duda alguna (aunque a viva voz no hagan sino renegar de él) han tomado como propias las bellas enseñanzas que día tras día, al final de cada emisión nos presenta, en la dulce voz de alguno de estos nobles personajes.

Mi situación actual, saturada con aburridas y mal-pagas obligaciones laborales y algunos compromisos académicos, ha logrado lo que no pudo hacer durante muchos años la crítica de TV especializada: alejarme de Padres e hijos. Esto me obliga a mirar atrás y redescubrir lo olvidado. He aquí mi incompleta retrospectiva:

Creo que fue durante las postrimerías de 1993, época en la que mis padres ejercían aún de forma infructuosa llamados al orden para poder conducirme por el camino del bien y de la religión, a uno de tantos cursos libres famosos en el municipio donde solía tener residencia (guitarra, violín, flauta, natación, niños exploradores; LÉASE VOI ESCAUS; infancia misionera, etc...) actividades que con más pena que gloria jamás pude concluir o rechacé de forma tajante;

Sí. Fue en ese tiempo cuando tuve mi primer acercamiento con la luz. De aquella época recuerdo de forma errática los deliciosos berrinches de una patoja Daniela, la frondosa cabellera de un pragmático Carlos Alberto, la rebeldía sin causa de un Federico (cuyo intérprete es merecedor de varios volúmenes de improductiva y mordaz crítica) y la figura perdida en el tiempo de una autoritaria Ana María.

Durante esos años creo que varios conceptos del programa trataron de ser replicados en la cotidianeidad por este novato adolescente, con resultados que aun sigo sin explicarme porque, terminaban siempre en los más rotundos fracasos.

Mi personaje favorito (creo que por ser cronológicamente algo contemporáneo con mi situación) siempre fue Daniela. Aún saboreo con nostalgia la época de sus primeros amores con Marcos, aquel galancete de establo, que en uno de aquellos innumerables paseos a tierra caliente que tan pujante empresa familiar solía llevar a cabo, haciendo gala de su innegable aire montés, flechó a nuestra esbelta jovenzuela, llevándola por un infinito de situaciones que francamente superaban lo para mí comprensible en aquella época.

 

De Marcos (desconozco el nombre que suele llevar en su tragicomedia real) debo decir, que al parecer lidera en la actualidad un proyecto musical que ejerce sobre mi organismo inmediatos efectos vomitivos tan solo al escucharlo, y que además lleva por nombre ZIP. Espero que tal nombre surta sobre los integrantes de este “power trío” los mismos efectos que su cuasi-homólogo de la informática (WIN-ZIP) ejerce sobre nuestros preciosos archivos, solo que esta vez tal efecto ojalá logre no la compresión parcial, sino la extinción total de este inquietante platillo musical.

La llegada al final de la educación secundaria de Dani y su posterior incertidumbre a la hora de elegir su destino profesional, coincidieron con mis dudas y mis cuestionamientos acerca del futuro, sólo que en esa ocasión ella me falló, pues las alternativas que tenía en cuenta para su futuro profesional (Diseño de modas, dramaturgia) se alejaban de forma dramática de mis intereses elegidos (El Agro Sí, el Agro).

Siguieron la adultez, o pre-adultez y con ella la inversión los modelos de estética femenina que Dani siempre ha podido ejercer sobre el contingente de varones de la serie, que inexplicablemente en ocasiones originó que alguno de ellos, llegara al extremo de preferir a Dani, por encima de una voluptuosa y pícara Catalina Maya.

Pero nada que hacer, Dani me ganó, con varios matrimonios encima, diversidad de oficios (todos ellos exitosos) dejó por el piso mi honor superándome en todos los campos de la vida.

Siguiendo con esta cronología televisiva, es imposible dejar pasar, algunos de los momentos memorables:

Aún recuerdo con delirio la partida de Fede a España, sus efímeros regresos (alguna vez como Papá Noel); La llegada de mi segundo favorito (Pablito, quien merece su propia serie), la muerte de la Matriarca del medio-día (Ana María), (muerte que llegó a conmoverme más que la de varias tías-abuelas de la época). La llegada de Manolo, que digo, de nuestro Manolo Cardona, a una carrera que lo conduciría a los más altos niveles de sintonía en posteriores producciones.

Y una perla final, para aquellos que aun soportan este martirio literario, el moderno grupo adolescente de serie ostenta el record mundial de salidas victoriosas de secuestros sucesivos (mas de 9 calculo), captores que han pasado desde los grupos de extrema izquierda y derecha, hampones de baja monta, hasta gamonales-mafiosos de pueblo.

¡Qué tristeza! en este momento exacto, me encantaría enfrentarme a la agradable descarga catódica de la tarde ofrecida por Padres e hijos, mientras acompaño este delicioso platillo preparado a base del más adiposo marrano de la región que tuve a bien consumir por efecto de mi trabajo, en un perdido paraje de nuestra magna geografía sabanera Pero es imposible, los buenos tiempos se han marchado y por más que intente no podré conocer de primera mano los detalles que acompañan el desenlace del reality que actualmente se desarrolla en la serie (según versiones de mis amigos en desgracia).

¿¿Ganarán Yuri y Caliche??
¿¿Retornarán Esteban y Charlie a la casa estudio??

Creo que nunca lo sabré.

*Por una grata equivocación, Miguel Andrés Amado arribó al sitio internet de La Silla Eléctrica. Su mala suerte lo llevó, incluso, a leer la totalidad de la Crónica de una generación despistada, a oír el programa.... y lo que es más.... a enviar esta invaluable colaboración.

 

 
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