Decenas de ignorantes locutores procuran remedar las maneras refinadas, burguesas o burdas de sus colegas norteamericanos, europeos o mexicanos, en un esfuerzo por dar a sus voces un carácter llamativo, empresa imposible para individuos de una capacidad mental tan en extremo limitada. Otros esconden sus verdaderas y funestas intenciones bajo el antifaz de la “opinión”, demasiado elitista o populista, para ser cierta.

Misión, visión y demás mentiras

Desde hace algún tiempo nos angustiaba la ausencia de un espacio radial en donde los temas por tratar fueran el resultado de las opiniones y posturas diversas de los oyentes, en lugar de una posición vacía, editorialista o dogmática de parte de los realizadores.

El terreno ideal para tan contestatario proyecto era sin duda la radio oficial de Colombia, inaugurada en 1929 con el nombre de HJN y relanzada en 1940 como Radiodifusora Nacional de Colombia, organismo dedicado por completo a la divulgación de una cultura de “nación”, tal como consta en el discurso presentado por el entonces presidente de la República, Eduardo Santos, cuyo texto reza, no sin despertar razonables sospechas: "Sus únicos propósitos son trabajar por la cultura nacional en todos los órdenes (...) colocada por encima de las pasiones mezquinas, consagrada a servir tan solo a los intereses permanentes de la patria." ¿Qué mejor lugar que la Frecuencia Joven, de la Radio Nacional, 99.1 FM, caldo de cultivo de toda suerte de proyectos bienintencionados y descabellados?

Patria o no, cultura nacional o no, La Silla Eléctrica responde a tal frustración. Todos los días, entre lunes y jueves, de 6 a 8 PM. se procura traer a colación, un tópico de interés colectivo, desde un abordaje crítico, se abren micrófonos para el libre discurrir de las expresiones de nuestra honorable audiencia, así como de invitados de todos los pelambres y categorías. Hay además, diversas e insensatas secciones que matizan los comentarios.

www.lasillaelectrica.com hace las veces además, de lugar para la divulgación no censurada e indiscriminada de los textos redactados por los realizadores y público del programa. No deja de ser detestable el padecer en cuerpo y alma el dolor de la discriminación al no poder publicar nuestros textos, más allá de cualquier consideración burocrática. Nuestro sitio Internet, alienta en consecuencia, el envío de cuanta sarta incoherente de ideas venga a las mentes de quienes conforman este tinglado inútil que se llama La Silla Eléctrica.