Inicio El programa Secciones Realizadores Preguntenos Escríbanos
99.1
.

Adriana prende la moto
Enrique Martínez

Adriana es una hermosa mujer, madre de una niña de 7 años y prostituta. No por necesidad sino por el gusto de encontrarse con el vértigo cada noche en tres Whiskerías, o a la salida después de llegar a un acuerdo con cualquier cliente que propone una amanecida presta a cualquier desafuero sexual y a un buen pago.

Nuestra cita fue a las 4:00 p.m. en el tercer piso de la habitación de un motel ubicado en la avenida Caracas con 61. Ingreso, la recepcionista me pregunta sin dejar saludar, ¿Para dónde va? ; yo le doy el número de habitación y el nombre de Adriana, ella me indica que debo esperar. Al tiempo, aguanto la ansiedad por sacar lo mejor de ella. Al cabo de tres minutos, la señora cuelga un teléfono y le pide a un joven moreno, con el rostro lleno de acné y una cachucha roja con unas letras negras que dicen Kiss, que me acompañe hasta la habitación 304. Todo el tapete del recorrido es rojo, me limpio la suela de las botas sobre un tapete de caucho verde transparente y cuando levantó la mirada el joven ya no esta a la vista. Yo corro, lo alcanzo en el segundo piso y al llegar al tercero me indica la puerta y vuelve a bajar. Golpeo.

Adriana: Ola, usted si es cumplido, no friegue. Pero siga que me estoy congelando.

Santiago Alfaro: Quiubo mona que más, ¿estaba durmiendo?

A: Uy sí. Ayer me pegue una farra tenaz. Hubo Whisky, cerveza y perico, de todo. Mm, estuvo bueno. –Al lado de la mesa de noche veo tres botellas de whisky sello rojo, dos desocupadas y una por la mitad.

E.M: ¿A qué horas se acostó?.

A: Como a las nueve, eso fue con amanecida y todo. El tipo estuvo acá. Es de la policía. Con todo lo que se gasto en Whisky y perico al final me quería conejear.

E.M: No joda. Usted debe estar muerta de sueño.

A: Sí. Venga Santiago. Yo me acuesto y usted se sienta y vamos charlando. – Adriana se quito la toalla blanca que la cubría desde el pecho hasta las rodillas, la tiro hacia una esquina y camino unos tres pasos para llegar a la cama. Se acostó mientras organizaba una sabana y una cobija para cubrirse, en el acto vi todo su sexo y sus senos caían hacia los costados. Fue la primera y única vez que la vi por entero desnuda. Mis ojos se detuvieron en sus pezones rosados y me llegó a la mente la descripción de un pezón en forma de fresa que hizo algún escritor que no podía recordar en segundos. Estuve presto a sentarme en la cama y no pensar en la entrevista, para una mejor entrevista. Ella tiró la cobija, sentía calor. Lo note en sus mejillas, estaban rojas.

E.M: A usted no le da miedo toda esta vaina. – Percibí un olor a sexo muy fuerte. Me quite la chaqueta mojada para colgarla en un gancho instalado muy cerca de la puerta del baño.

A: Noho. Si uno tiene fe en que no le va a pasar nada, no pasa nada.

E.M: Pero algo te puede pasar, hay clientes muy agresivos.

A: A mí afortunadamente nunca me han pegado.

E.M: Adriana, como va la universidad. – Tiene unos ojos grandes, verdes y muy expresivos, que observo fijamente y me acuerdo de sus estudios de sicología en la universidad.

A: Voy en cuarto, pero este semestre aplacé. Ya estoy haciendo las vueltas.

E.M: ¿Por qué escogiste esa carrera?

A: Tu sabes. La sicología es importante para los niños, todos los problemas empiezan desde la infancia

E.M: Cuánto llevas en este cuento.

A: Casi tres años. –Sirve hasta la mitad whisky en dos vasos largos y me ofrece uno guiñándome el ojo, yo no me puedo negar, le sonrió y trató de expresarle ternura.

E.M: ¿Cómo empezaste?

A: Mire mijito, yo no ganaba nada, $240.000 dizque de secretaria ejecutiva en una inmobiliaria y el negocio iba para abajo. Con una amiga pensamos en trabajar a doble jornada, en el día el trabajo en la empresa y en la noche en un sitio de juegos de azar. Pero no nos recibieron. Mi amiga vio un aviso en el periódico para trabajar de meseras en un sitio de la 92 con 15, y fuimos. Ahí empece. La primera noche tome trago con un cliente joven, después de unas horas me pregunto si yo sabía de esto, yo le dije que sí, claro. Nos fuimos a la habitación y yo no sabía que hacer, él me pidió que me desvistiera y yo le dije “tomémonos un tragito primero”, él mandó pedir una botella de ron, dos vasos de coca cola y una caja de Marlboro, yo tome hasta emborracharme y hay si lo pude hacer. Unos meses después me fui del negocio, porque en esto todas las viejas son muy envidiosas y a mí me estaba yendo muy bien. Pase a dos sitios mas de la quince hasta que el negocio se puso malo por el problema del gobierno pasado y resulte entre Linares, La Fuente y Chanteclaire. – La lluvia cesó y a través de la cortina verde había una claridad. Adriana estiro el cuello hacia atrás, levanto la mano derecha y cogió el borde de la cortina para mirar el sol. Sonrió, sus dientes eran perfectos y tenía unos labios rosados carnosos que hacen un juego perfecto con su piel blanca.- Ya llegó el mono a visitarme, todas las tardes viene, si ve que me quiere. – Con un esfuerzo levantó más la cortina para que yo lo viera, se dio cuenta que la sabana resbalaba y con la mano izquierda la sostuvo sobre su pecho. Yo mire el sol, aunque hubiera preferido sus senos, no importaba para eso habría tiempo, pense, parecía que solo a ella la visitara. Estaba puesto justo para mirarlo. Sentí el ruido de los buces de la Avenida Caracas, deje dos libros sobre la cama que sostenía habiendo perdido la conciencia de que los cargaba y me levante e incline para mirar. Me di cuenta que afuera había otro mundo...

E.M: No te sientes muy sola. Trabajando de noche, y así: en la cama toda la tarde.

A: No. El trabajo es así. A mí me llaman todos los días mis amigos, ¿Qué raro, hoy nadie me ha llamado?

E.M: ¿Qué amigos te llaman?

A: Varios, hay un boyaco, jajaaa, pero bien boyaco que esta por llamarme, me quiere muchísimo. Quiere que me salga de esto, que vuelva a la universidad y nos cuadremos en serio. – Recoge una cajetilla de cigarrillos Mustang y una de fósforos, me ofrece y le hago seña que no, ella prende un fósforo y enciende su cigarrillo elegantemente.

E.M: ¿Y tú lo quieres en serio?

A: Ay. Es buena gente. Él es un ingeniero, trabaja para un dueño de fincas que tienen piscinas. Y como ya sabes el trabajo de mi mamá es de venta de insumos para la conservación de las piscinas, yo se lo mando y él le da buenos contratos para la conservación del agua. Estoy esperando que llame para un contrato de un millón y medio.

E.M: Me resulta difícil pensar como tienes presente el mundo de afuera con esta oscuridad en plena tarde. Sabes una pequeña que conocí en El Palacio del Baco me dijo después de perder un bebe, que era niña, que en esta vida se aguanta de todo. Ella decía vivir como las brujítas, que salen de noche hacer diabluras y en la tarde se guardan para darlo todo en la noche siguiente, pero bueno... Lo de ella era dramático, un día llegó de Bucaramanga a Bogotá a trabajar de empleada del servicio, el niño bonito de la casa se quería aprovechar de ella un domingo en la cocina mientras sus padres estaban en misa. Ella que es bajita pero valentona lo corto con el cuchillo de cortar la carne, sobre el pecho y un brazo. – Le señale tal como me lo había indicado ‘la pitufa’, así le decían sus amigas en el oficio. Adriana me miro con fastidio, seguí- el consentido de la casa salió gritando a la calle y al tercer día la pitufa ya estaba en la cárcel del buen pastor gracias a las palancas del jefe de casa. Allí aprendió a trabajar en esto.

A: En esto se ve de todo. – Ella se mira al frente, la pared que da a la puerta es un espejo completo, del que salen líneas en diagonal desde los ángulos, las líneas se encuentran en cualquier parte del espejo, me desconcierta mirar esa pared con la adyacente que da a la mano derecha de Adriana; también cubierta por un espejo donde se refleja todo el cuarto, como en fragmentos. Recuerdo una novela de Pär Lagerkvist donde un enano dice que “ A la humanidad le agrada verse reflejada en espejos enturbiados.” Adriana después de un letargo me mira con los ojos colorados- Soy una brujita, ah, pero linda. –Me parece qué esta agotada pero reanudo.

E.M: ¿Hay algún otro tipo?

A: Sí, lo hubo. Bueno, era un costeño que me gustaba. Al comienzo casi no me gustaba, pero nos fuimos entendiendo y poco a poco me iba atrayendo. Pero al final, un día lo llame y me contesto una señora, yo pregunte por Carlos Alberto y me preguntaron que para que lo necesitaba. Yo no lo podía creer, le dije que era personal, y enseguida me dijo que hablaba con la esposa. Me asombre y le dije espere un momento, Carlos Alberto es un paisa soltero. Ella me dijo que no, que este era un costeño y que acababan de tener un hijo. –Adriana sonrió con picardía, y siguió.- Yo me despedí muy amablemente y colgué. Al día siguiente me llamó y de una le dije que no me volviera a llamar, por dos razones: Porque un hijo jamás se niega y por mentiroso. ¡Qué tal! - Me mostró una argolla amarilla brillante con dos esmeraldas incrustadas. La argolla cubría otro anillo que era de un tejido hecho en oro en forma de rombo. - Se quedó un instante en silencio, y me dijo- Esta argolla me la regaló él. Ese día la tire en este cuarto, al día siguiente la volví a buscar, estaba ahí –me señalo hacia la columna que esta cubierta por espejos y ubicada en un extremo, cerca de la esquina que une las dos paredes de vidrio-, como ella no tiene la culpa. ¿Cierto qué se me ve linda?

E.M: Sí, preciosa...

A: Ay mire le cuento. Después me volvió a llamar para decirme que me quería mucho, que le perdonara, que él a esa vieja no la quería. Además, que estaba cuidando el bebe y como él sabe que yo tengo una niña, empezó a contarme que lo habían dejado sólo y no sabía que hacer con el bebe, porque lloraba mucho. Yo le dije que le calentara leche en polvo y que a eso le añadiera unas góticas de toronjil. Me volvió a llamar al rato y dijo que había funcionado, bueno eso fue porque ya le había dicho que si se trataba del niño me podía consultar. Ya me tiene cansada, llama a cada rato para hacerme preguntas. Yo sé que es un pretexto. – Adriana tuvo una niña a los dieciséis años, cuando estaba en décimo grado. Un año después, termino el bachillerato se caso con el papá de la niña, pero según ella “eso no funcionó.” La niña tiene siete años y vive con los abuelos maternos en el barrio Villa del Prado, Adriana dice siempre que esta muy bien; yo miro un par de dijes que le cuelgan del cuello el primero tiene una “J” y el segundo una “H”.

E.M: ¿Qué significan esas dos letras, Adriana?

A.: Son las iniciales del papá de mi hija. Se llama John Henrry.

E.M: ¿Te llevas bien con él?

A: Sí. Yo no lo quiero pero lo estimo. Él va cada quince días a la casa a recoger a la niña.

E.M: ¿Pero tú y él?

A: Por hay hablamos, pero poco. La otra vez un amigo de él me vio en Chanteclaire y le contó, él me llamó y me pregunto si yo andaba en estas, yo le dije que no, “usted vera sí me cree, mire mijito usted me conoció en mi casa, y ahí vera si le cree a sus amigos o a mí”. – Estira los brazos y se recoge el cabello, guiña el ojo y me muestra que tiene calor. Su piel tiene los poros abiertos y es suave; le recorro los brazos con la mirada, hay algunos lunares pequeños y cafés que le adornan. Cuando se recoge el cabello con la mano izquierda le observo unas delgadas trenzas verdes que combinan muy bien con su ondulado natural amarillo. Tiene las axilas bien depiladas.

E.M: ¿Ése cabello es verde natural? - me rió, ella contesta y me regala la sonrisa que espero.

A: Sí.

E.M: ¿Has pensado en volverte a casar y tener otro bebé?

A: No que mamera. Aguantarse un tipo todos los días. Yo no quiero tener más hijos, ¡Qué tal! Traer mas gente a este mundo... Además a mí me dijeron que cuando uno tiene muchos hijos los pezones se vuelven negros, grandes y feos. – Pienso en fresas rosadas, veo unas ciruelas amargas y negras.

E.M: Oiga mona, ¿usted por qué es tan linda? – Vuelve a sonreír con picardía, me mira de soslayo y habla entre dientes.

A: Ja, eso fue porque a mí, “me hicieron con amor”.

E.M: Y así de linda... ¿Por qué esta vida, con este ritmo?

A: Mm. Lo que pasa es que, a mí me gusta la vida como en las motos; uno va a toda, ja a mil, avanza y avanza..... hasta que se estrella... pumm. Como contra un muro, jajaaa, The Wall. Jajaaaa, y después... mira a ver que hace. – Aspira una gran bocanada de humo y lo suelta muy suave por la boca mirando hacia los espejos de nuevo.

E.M: Chévere ¿No? - Se me ocurre Pulp Fiction de Tarantino. Veo una moto. Travolta va manejando, una cinta negra que sale de su cuello, su camisa blanca que brilla, y se prende la moto... Fuumm Fumm, siento en mí cabeza con los tragos de Whisky la canción de la banda sonora de la película: “Zed’s Dead, Baby.” -Te viste Pulp Fiction. – Afirmo.

A: Sí. ¡Que putería! Me gusto artísimo, de lo mejor que he visto. Cómo una moto, ¡Usted sí me entiende! Sabe, una vez otro policía me pago y a la una cuando salimos del sitio me robo una pulsera y salió corriendo en su moto. Yo cogí un taxi que lo persiguió y cuando lo íbamos alcanzando le grite que esa pulsera era de fantasía. Ja ja

E.M: ¿Y quién no te entiende?

A: Ah. Es que aquí viene mucho bobito que solo quiere tirar y averiguarle la vida a uno sin mas ni más. –Sacude el vaso de Whisky y se da cuenta que máximo le aguanta dos sorbos, me va sonriendo, se va recostando más hasta estirar el brazo izquierdo y saca una cerveza en lata bajo la cama. Yo la veo toda despernancada. Me gusta despernancada. Respiro fuerte y adrede; el olor a sexo y a trago. Me sonríe, se encoge y suelta los hombros dos veces. Me fascina... Con la mano derecha estira los dedos agarra la cerveza y el vaso de whisky para oprimir el play de un casete con la mano izquierda, y la música empieza a sonar. Es ‘Mana’, a todas les gusta ‘Mana.’ Se sirve -Présteme el vaso y le sirvo. –Le estiro el vaso y ella se pasa de generosa.

E.M: Mona sabe, usted me cae muy bien. Cuénteme, porque a todas les gusta Mana. Cuando eso sonaba en la 58, en la madrugada, ¿Se acuerda?, Todos salían a bailar.

A: Sí. Lo que pasa es que en las madrugadas la gente ya tiene un ritmo muy fuerte y andarse zarandeando a paso de vallenato no funciona, ni porque fuera “Mágico”, ¡Qué vallenato, eh! La gente no quiere dormirse. Oiga quiubo de Nando.

E.M: Va bien. – Nando estudia sicología en Uniandes, con él conocí a Adriana en Chanteclaire. Después nos fuimos a la 58, Los Billares, buen sitio, avenida Caracas 58-44. Cuando la policía deja trabajar hay horario continuo, si no cierran a la una de la mañana y vuelven a abrir a las 6 a.m. Nando lo llama, ‘mí segundo hogar’. Él no estudia sicología por las mismas razones de Adriana. Nando dice que la sicología sólo sirve para solucionar los problemas de los demás cuando uno no es capaz de solucionar los propios, y así se ejerce y se va ganando la vida fácil.

A: Nando es un cuento. Yo nunca había visto a Sandra llorar por alguien, con el temple que tiene esa mujer, me sorprendió.

E.M: Sí. Es que Nando tiene su toque. La enamoro a punta de salidas a ver teatro y rumbas de salsa. Me acuerdo cuando me contó que se había llevado a Sandra a ver el estreno de La Orestiada en el Teatro Libre de Chapinero porque la cultura es para todos, y más si era para celebrar los 50 años de la universidad, luego me dijo que enseguida la acompaño a La Fuente para que ella trabajara mientras él tomaba cerveza.

A: Allá no les venden cerveza a los clientes.

E.M: Sí. Pero usted sabe como es Sandra.

A: Es la patada. No entiendo como dejaba esos tres niños encerrados todo el día en el cuarto, hasta los fines de semana. Mm y eso armaba unos rumbonones, aquí en mí habitación, haciendo un desorden... Por eso peleamos. –Sentía que el rostro de Adriana se iba entre los espejos mientras empezaba a sonar “Huele a Tristeza”, siguió – A ella la echaron de Chanteclaire por andar vendiendo perico, a mí me querían meter en ese problema, pero el Barman hablo y me dejaron en paz. –Se detiene el tiempo y escuchamos la música. Le señalo el baño, ella hace ademán de que sí, me paro y voy para allá...

Sólo huele a tristeza, huele a soledad
en mis ojos perdidos, sólo hay humedad
siento un grande vacío en mi corazón,
Siento escalofríos de ansiedad. (...)


E.M: Era difícil que ese amor continuara. Nando tiene sus vainas y su gente, además, a él le gusta andar con varias mujeres, para él cuando empieza un romance siempre dice “la mamá de mis hijos” y cuando se cansa se siente sólo y termina pregonando: Necesito amor.

A: Ustedes como que son bien perritos.

E.M: Yo no. No sirvo para eso.

A: Que va, no le creo. Perritooo.

E.M: Creamé, en serio. No tengo nada a favor ni en contra, es cosa de carácter, no de fidelidad. –Me desagrada el tema.

A: Todos ustedes son así.

E.M: ¿Ustedes por qué tienen esa idea?

A: Uno ya los conoce...

E.M: Bueno. No tiene caso. – Adriana se suelta el cabello y se lo vuelve a coger. Me acuerdo que a Nando y a mí nos había contado que se separo de John Henrry porque un día se mandó cortar el cabello y al esposo no le gusto. Y listo. Se acabo el matrimonio. Le sonrío y ella con la mano derecha se toma la sabana y se inclina para coger un libro, lo recuesta en su estomago y abre una página.

Pegasos, lindos pegasos
caballitos de madera
------------------------------
yo conocí, siendo niño
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

- Miro una de sus muñecas llena de esclavas. Hay una muy hermosa.

A: ¡Qué lindo! Esto esta como para leérselo a mí hija. ¿Esté libro de dónde es?

E.M: De una biblioteca pública. Nunca compro libros.

A: Mm. Ya veo. - Miró la siguiente página.

Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

A: Uy, esto no me gusta, tomé.

E.M: Esa es la vida, linda. Es Antonio Machado, me gusta.

A: Sí. Yo sé.

E.M: Qué me gusta Machado.

A: No sea bobo. La vida. Me esta cogiendo la noche y tengo que ir al salón de belleza, mire como tengo estas uñas y el cabello. Voy a que me lo arreglen y sigo para La Fuente, hoy no voy para la 64. Necesito plata.

E.M: Espere. Esa esclava tan bonita dónde la consiguió.

A: Ja. Una vez me acosté con un estudiante de la universidad Javeriana. Me dijo que me pagaba cuarenta mil pesos, yo no le acepte, pero él insistió y me llevo a unas residencias estudiantiles. Cuando nos fuimos acostar el dejo la plata sobre un chifonier y lo hicimos. Después el se paró, yo vi que cogió la plata y se la llevo al baño. Me quede callada y cuando me iba se la pedí y el se negó, diciendo que yo la debía tener. Usted me conoce. Usted sabe como soy. Se me vino la sangre arriba y le arme un escándalo. Él se fue asustado a otro cuarto y me consiguió diez mil pesos. Yo insistí y se quitó la esclava con rabia, de mala se la acepte.

E.M: Cada joya que tienes es una historia.

A: Sí. Espere. El tipo después fue a La Fuente y se me arrodillaba diciéndome que la pulsera era de la mamá, luego que de la novia y así... Hasta que me dijo que estaba enamorado de mí y que la pulsera no le importaba, que quería estar conmigo. Yo tengo una espinita para esos javerianitos. Mm. Casi no me lo quito de encima. Eso se me arrodillaba en el centro de la pista, me suplicaba y de todo. La gente se reía, hasta que se aburrió y se fue.

E.M: Usted siempre es así.

A: No doy puntada sin dedal. – Se encoge doblando las rodillas e inclina la espalda y aprieta sus senos entre la sabana y el regazo. Me sonríe y me pica el ojo derecho.- Yo voy a ritmo de una Suzuki con una cilindrada bien alta.

E.M: Jajaaaa.

A: Uy una vez andaba muy mal y una amiga me dijo que fuéramos a trabajar en un restaurante en Guasca. Yo la acompañe y me toco hasta trapear, nos dieron comida y dormida y, cuando se acabo el puente festivo, la administradora que era más mala nos dijo que la estadía era el pago. Mejor dicho casi no nos da ni para el transporte de vuelta. Como un mes después volví con un mafioso con guardaespaldas y todo y pedí de todo. Le dije a Nestor que ofreciera platos en otras mesas, él me hizo caso... Así lo hicimos. Al final nos cobraron casi quinientos mil pesos y Nestor se negó. Llamaron a la administradora y Nestor sino es porque yo lo paro le manda la botella de Whisky en la cabeza a esa vieja. Ag, esa señora lloraba de la rabia... Así soy yo, no me dejo de nadie. A mí quien me toca me toca... Bueno Santiago, yo me tengo que ir.

- Cojo mis libros, Adriana se toma decidida el último sorbo de Whisky con Cerveza y yo me voy inclinando hasta darle un beso en la mejilla. Dejo el vaso en la mesa de noche, recojo mí chaqueta y le doy media vuelta a la cama mirándome en los espejos, miró todo lo que hay sobre una mesa que esta detrás de la columna cubierta de espejos; cepillos, carteras, una maleta, un par de jeans, ropa interior negra y roja, más espejos y un paquete que envuelve unas pastillas.

E.M: ¿Éstos son óvulos?

A: Sí.

E.M: ¿Para qué sirven? -Adriana se vuelve a despernancar y suspira con fatiga.

A: Después de una noche me lavó, me los meto y eso me absorbe todo lo que tengo y luego me vuelvo a bañar y listo.

E.M: Bueno. Así es. Buena noche linda. Cuando nos volvemos a ver.

A: El próximo año. No. El próximo siglo, mejor el próximo milenio. Sí. – Me inclinó pongo mi mano derecha en el pecho y me despido.

E.M: Ajá. Suerte.

Salgo del cuarto despacio y me voy caminado desconcertado. Llego al primer piso y me despido de la recepcionista que me responde. Entonces me doy cuenta de que es otra y que ya son más de las seis, y hubo cambio de turno. Al salir volteo para ver el edificio. Es triste. Lo único que resalta es un aviso de color fucsia y rosado cerca de la esquina del costado del norte, FREE WOMEN. Pienso que Adriana no ha trabajado allí, pero ese es el problema: Es demasiado libre. Nando piensa que lo más importante en la vida es la libertad. ¡Al diablo! Sacó el walkman del bolsillo de mi chaqueta y escucho justo ‘Zed’s Dead, Baby’. Un mes después volví y el botones me dijo que Adriana se había ido. Busque a Sandra y me contó que Adriana estaba en Aruba mejorando su situación económica con el turismo y su oficio. Hasta Adriana se fue...

* Enrique Martínez es periodista y lliterato.

 
‹‹ Inicio ›› ‹‹ Artículos›› ‹‹ Audio ›› ‹‹ El programa ››
‹‹ Escríbanos ›› ‹‹Pregúntenos ›› ‹‹ Realizadores ›› ‹‹ Secciones ››
La Silla Eléctrica es un desaparecido programa de la Radio Nacional de Colombia en su frecuencia Radiónica. Ahora es una especie de portal o algo parecido a eso.
www.quimbaya.com  
 
La Silla Eléctrica