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Las mejores carátulas del siglo XX
Manuel Carreño y Andrés Ospina
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Para unirnos a la extensa lista de reseñas alusivas a lo más destacado de la centuria pasada, hemos querido contribuir con este modesto, pero sentido aporte a la cultura mundial.

Conocemos de sobra las malogradas iniciativas de magazines internacionales tales como Billboard o Rolling Stone, con sus muy famosos listados de cubiertas de discos, en donde recurrentemente han aparecido las trilladas portadas de Sgt Peppers’ Lonely Hearts Club Band, Dark Side of the Moon y Led Zeppelin IV.

Con todo el respeto que nos merecen los inagotables talentos de estos artistas, tenemos que ser tajantes al afirmar que ninguna de las anteriores carátulas le llega a los tobillos a los inconmensurables despliegues de fantasía y creatividad, que a continuación presentamos.

Somos plenamente conscientes de que en ésta difícil escogencia, muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Así prevaleceremos en la búsqueda de nuevas joyas del arte discográfico contemporáneo.

Si usted, señor lector, conoce alguna obra maestra que por su calidad merezca pertenecer a este cuadro de honor por favor no dude en enviárnosla para dignificar su lugar en la historia universal. Así pues, aquí están las mejores carátulas del siglo XX.


1. Golazo... de los Graduados con Gustavo Quintero

El acertado concepto visual de este trabajo discográfico consiste en sintetizar de manera magistral las distintas facetas del quehacer balompédico colombiano.

Es éste el fruto de un minucioso estudio sociológico y antropológico de la personalidad de cada uno de los representantes de los oncenos que conforman el respetable campeonato rentado nacional.

Los resultados son impresionantes. Nótese como, copiando la realidad, el integrante de Atlético Nacional hace uso de la picardía y garra del jugador antioqueño y arremete certeramente contra el hombre de negro, quien conservando la compostura sigue desempeñando su trabajo a pesar de los obstáculos.

Por otro lado, en una actitud visionaria, los cerebros detrás de esta carátula se anticiparon veinte años a la historia, pues este larga duración fue lanzado originalmente en los años sesentas y claramente se ve como el desesperado miembro del América de Cali, clama por piedad, porque de seguro le faltan diez y seis segundos para coronarse campeón del continente. ¡Al fin!

En resumen podríamos llenar enciclopedias enteras de complejas disertaciones alusivas a esta obra maestra del hiperrealismo deportivo.

2. Gildardo Montoya y su Conjunto... El Gitano Groserón

El disco conceptual El Gitano Groserón, es reconocido por la crítica mundial como el padre de un estilo único y muy colombiano, al que se ha denominado "el renacimiento de la cultura picaresca", con raíces ancestrales en obras literarias de primer orden, como El Lazarillo de Tormes, El Buscón de Quevedo y El Guzmán de Alfarache.

A este exquisito bocado musical le siguieron otros de no menor calidad, entre los que se recuerdan Los Cantares del Arriero y Las Trovas del Viejo Verde. Semejante hito en la historia musical tenía que apoyarse en una portada a la altura de su grandeza.

Las cosas no pudieron ser mejores. Esta apología a los atributos masculinos y el rostro perplejo y satisfecho de la coquetona diva han causado revuelo y admiración en los más intrincados confines del mundo. Hasta tal punto que la locación empleada para la fotografía se ha convertido en un sito de obligatorio peregrinaje e irrestricto culto al mejor estilo Abbey Road. Todos los días, millones de fans parodian la pose de los protagonistas originales para tomarse la foto de rigor.

3. Magia... Shakira

Aunque esta artista no necesita presentación, es importante poner de relieve sus orígenes, cuando ella, despojada de toda la parafernalia del mundo MTV y Billboard, se mostró tal como era.

Antes de su contoneo árabe, su pelo rojo, sus pies descalzos, su Oswaldo Ríos, sus prendas de cuero y su maquillaje a lo Alanis Morrisette, esta inocente barranquillera se asomaba con timidez a los mas granados listados de popularidad en el genero de la balada pop a través de las estaciones Radio Tiempo, Sonorama y Acuario Stereo entre otras.

Todavía estaban muy lejos los acordes Pop-funk-dance-alternativos de Emilio Estefan. En ese momento, la folclórica cantautora, llevaba un solo guante, una seguidilla de pulseras de plástico con pintura plateada, (muy seguramente adquiridas en los almacenes Comisariato Vivero de Barranquilla) y danzaba frente a la iluminación improvisada de una handycam modelo 1991, en las más prestigiosas fincas de recreo del Melgar, el Espinal y Carmen de Apicalá bajo la producción de su primer mentor, Jorge Barón.

Con el tiempo llegó la fama, y con ella el apartamento más costeño de Bogotá entera, el más abrupto de los contrastes de Multicentro. Por alguna extraña razón, Shakira mira con desdén e indiferencia esta brillante etapa de su carrera, sin duda, la mejor. Ahora, le ha dado la espalda a su raigambre currambera, para darle paso a un incomprensible acento Univisión, y a sentidas muestras de enajenación patria cuando en medio del fragor de su Unplugged grita a voz en cuello: ¡Viva Mexico!

4. Binomio de Oro de América... 2000

Así como Julio Verne en pleno siglo XIX logró plasmar sobre el papel una obra maestra de proporciones épicas, debido a su carácter futurista, los monarcas indiscutibles del vallenato Romántico, "Binomio de Oro de América" (el único binomio de cuatro integrantes en el mundo) catapultaron a Colombia a la era espacial ad portas del Siglo XXI.

Como el ave Fénix, este conjunto emergió de sus cenizas "por lo alto", cuando Israel Romero decidió contratar músicos y vocalistas de primer orden. Estos inyectaron renovados bríos a un público sediento de nuevas propuestas en lo tocante a este preciosista género.

Tanto el trasbordador espacial, como los trajes, enaltecieron el nombre de nuestra sufrida patria. Como vemos, El Binomio de Oro de América fue uno de los pocos grupos que vislumbró que el año 2000 nos auguraría grandes adelantos tecnológicos, incluyendo viajes interplanetarios, el único problema es que los predijeron un poco tarde, en 1999.

5. Burrolandia... Noel Petro

Además de ser el más virtuoso interprete de requinto sobre la faz de la tierra y sus alrededores, además de su melodiosa voz de tenor, además de su porte y categoría dignas de cualquier gentleman londinense, y además de su excelso desempeño en la tauromaquia, con este disco, Noel Petro, demostró que, es el más importante colombianólogo, superando en sus diagnósticos, a Daniel Pecaut, Malcom Deas y Marco Palacios.

En 1973, cuando a nadie se le había ocurrido hablar de Chibchombias ni Platanales, el entrañable "burro mocho" bautizó a nuestra república con el sonoro y diciente nombre que se merece: Burrolandia. El maestro Darío Echandía se equivocó al decir que Colombia es un país de Cafres. Colombia es un país de burros.

Esperamos que en el futuro se entienda la importancia filosófica de esta apreciación, y que su autor sea por fin exaltado a la gloria que a un hombre de su categoría le corresponde.

6. La Guerrillera... Helenita Vargas

Durante sus giras a lo largo y ancho de la provincia colombiana, Helenita Vargas empezó a notar las desigualdades que reinaban sobre nuestro mundo.

Aturdida por tal duda existencial, la “Ronca de Oro" comenzó a leer a Carlos Marx, Federico Engels y estudió la vida de el padre Camilo Torres. Fue entonces cuando sintió que su misión en la vida estaba lejos de los escenarios y cerca al monte.

Ahí nació La Guerrillera, una bella oda a la lucha armada, y a la mujer como pieza clave de ésta. Desde ese momento, Helenita cambió su traje de encajes por la vieja carabina, y sin abandonar su denso maquillaje, y su lápiz labial carmesí, grabó esta maravillosa obra, cuya carátula ha sido tristemente olvidada.

Si este trabajo hubiese sido apreciado en toda su dimensión, de seguro en este momento habría tantas camisetas de Helenita, como las hay del Ché Guevara.

7. Con el corazón en la mano… Aterciopelados

No podía estar por fuera de este listado el exquisito arte figurativo de la legendaria banda colombiana, Los Aterciopelados, cuya opera prima nos deleitó no sólo en lo musical sino en lo visual. A grandes rasgos se ve que la sobrecogedora calidad de los temas contenidos en este trabajo, es directamente proporcional a la de su presentación.

Al mejor estilo de los autobuses intermedios, estos embajadores de la cultura popular criolla enarbolaron el nombre de nuestra patria en lo más alto de las disqueras mundiales. ¿O no, sumercé?

Las maneras delicadas, femeninas y sutiles de su vocalista, Andrea Echeverry, líder por derecho propio del movimiento contracultural de los noventas, recorrieron con éxito las plazas más exigentes de la geografía colombo-chicana.

Debemos mencionar tambien sus trabajos subsiguientes, Eldorado y La Pipa de la Paz, originales títulos descaradamente plagiados por Electric Light Orchestra (Eldorado) y Paul McCartney (Pipes of Peace), éste último producido por el también colombiano Phil Manzanera, uno de los orgullos más connotados de nuestra nación, al lado de John Leguízamo y Roberto José Guerrero.

*Manuel Francisco Carreño y Andrés Ospina son los verdaderos nombres de Brando Maya y Pablo Cranach, coparticipes de innumerables y fallidos proyectos individuales y en colectivo, entre los que se cuentan El Utensilio, Morgan Records, Contrabanda, Paréntesis, Poliarquía F.C. y Situación Crónica. Hoy son directores del espectáculo radial La Silla Eléctrica y escriben artículos por separado y a cuatro manos.

 
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