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A propósito de la colombianidad
Andrés Casas Casas

“En previsión de mi muerte hago esta confesión: desprecio a la nación alemana a causa de su necedad infinita y me avergüenzo de pertenecer a ella”.

“¡El patriotismo! Es la más estúpida de las pasiones; la pasión de los imbéciles”.

Arthur Schopenhauer


En su ultimo libro el escritor de ciudad inmóvil Efraím Medina, afirma que las tres cosas más importantes de la vida constituyen actos solitarios: pajearse, cagar y morirse. yo me atrevo a agregar otro, que es uno que se puede definir como enfermedad o como regalo sublime de los dioses: el patriotismo. Fernando Vallejo, en su Desbarrancadero sentenció: “Al diablo con esa cretinada de la patria, que uno no es de donde nace sino de donde se muere”.

Sin importar el ángulo desde donde se mire, ese sentimiento anímico que complementa el vínculo jurídico entre el sujeto y la organización política -la nacionalidad-, ha constituido ante todo un arma de doble filo que ha servido para embarcar a los pueblos en el rumbo de la infamia y del horror.

De cualquier manera ese acto de identidad tan complejo y solitario como el del patriotismo implica innumerables aspectos. Hay uno en particular. El patriotismo expresa la exaltación de los valores, las costumbres, las tradiciones, el pasado, el presente, y la posibilidad de futuro que en suma, unen a una comunidad y la hacen duradera. Por eso vale la pena mirar cuales son algunas de estas características que enarbola nuestra colombianidad, pues no han sido pocas las críticas a las que somos sometidos quienes creemos que los conceptos de colombianidad y de patriotismo en nuestra enferma Colombia sufren de precariedad y un trasnochado gregarismo.

Por eso la mejor manera de definir a un colombiano, es definiendo que es lo que magnifica de su condición obtenida por jus sangunis, jus soli, jus domicili, o por simple fatum.

Los cinco valores colombianos:

· LA ENVIDIA RABIOSA: “We hated when our friends become successful” cantó Morrisey. Pese a que el ex vocalista de Smiths parece no haber estado en Colombia, y que el egoísmo es la condición natural de nuestra bípeda especie, la envidia adquiere un expresión casi única en la tierra del café. Nuestra invidia, según el diccionario es la tristeza o el pesar del bien ajeno, la emulación o deseo de algo que no se posee. Comerse uno de envidia o estar enteramente poseído de ella, aquí no son ejemplos de uso del término en el diccionario sino la regla en las relaciones sociales. ¿Por eso será que aquí tenemos envidia de la buena y de la mala?

· LA VERRAQUERA: Si algo admiramos de un colombiano o de una colombiana es que sea verraco: ¡ esa vieja es una verraca¡, ¡ese man es un verraco¡, mi mamá es una verraca, metale verraquera a eso...Ese conatus que diferencia al colombiano del resto de la humanidad, es una potencia que algunos señalan viene de desayunar pata todos los días, o mejor de vivir en un contexto como el nuestro. El punto aquí es que pocos se han detenido a pensar en el verdadero significado de la palabra. Del latín verres , verraco es el nombre que designa al cerdo padre –no hablo del Papa-, en cuba designa a una persona despreciada por su mala conducta, y se usa también para referirse a una persona tonta que puede ser engañada. Si miramos la realidad el termino nos cae como anillo al dedo e los últimos significados. Al lloro con rabia y continuado de los niños, se le llama en castellano verraquera. Ni hablar de la verriondez. Ser verriondo, que es algo que se le reconoce ampliamente al presidente Uribe, no es más que el término que se le aplica al cerdo y a otros anímales cuando están en celo.

 

· LA INAUTENTICIDAD: Es difícil de reconocer, pero lamentablemente en Colombia como afirmó en alguna parte Antonio Caballero: “la inautenticidad no es un problema sino una esencia”. El mismo autor en su novela Sin Remedio escribió “la inautenticidad es lo único verdaderamente autentico en Colombia”. Tal vez las raíces de esto yacen en la simulación que históricamente y por vergüenza de origen nos heredaron los criollos, en su afán de alcanzar el tren de la civilización y del desarrollo.

· LA LAMBONERÍA: Es la más clara expresión de una tradición de arrodillamiento producto del vasallaje interesado valorado por nuestra cultura. Ante la escacez, la inequidad y la ausencia de condiciones justas o equilibradas para lo que los liberales llaman competencia que caracterizan nuestras relaciones económicas, lamer culos es una de las salidas para lograr alguito y mantenerlo.

· LA VIVEZA: Es la manifestación de nuestra cultura del avivato. “El vivo vive del bobo”, “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, “el que se va para Barranquilla pierde su silla y se sienta en una puntilla”, nos enseñan desde pequeños, “El que no las hace las ve hacer”, “el problema no es hacerlo, sino dejarse coger”. Es la expresión de la vida en la cultura del ‘tumbe’ propia de la escacez y de la lógica extractiva que impide la confianza, cemento base de las relaciones sociales, de la formulación de acuerdos y de pactos que permiten la construcción de proyectos colectivos. A parte de ser el valor más enarbolado por los paisas, es el símolo de la cultura de lo que Mancur Olson llamó Free rider.

Las tres costumbres:

· EL EGOÍSMO: como elemento de supervivencia frente a la inestabilidad y la incertidumbre que caracteriza nuestras interacciones sociales. Más que el efecto de un determinismo hobbesiano, el egoísmo colombiano es la vacuna ante la inseguridad de la vida y de los bienes de las personas (no en el sentido uribista o Londoñista, o de gremio, o de terrateniente o de comerciante emergente) ante los otros, ante la inexistencia de un Estado regulador en derecho, justo. el egoísmo es el ejemplo de que en Colombia no se vive sino que se sobrevive.

· LA VIOLENCIA: es el método más útil para lograr metas y objetivos, de manera fácil y poco costosa. Es la más eficaz manera de hacer justicia, de conseguir cosas sin tener que pagar por ellas, de omitir incómodos detractores, críticos, o simplemente de imponer la propia visión de lo que las cosas deben ser. Es la forma histórica de lograr cosas en la tierra del sagrado corazón.

· EL OLVIDO: es el mecanismo psicológico que además de ser estructural y endémico, es selectivo de acuerdo al interés del locutor. En Colombia el olvido es de interés nacional, es bien público. La diosa mnemosine es parte del grupo de dioses que a su vez se olvidaron de la tierra del Happy Lora.

· Bonus: LA RESIGNACIÓN: herencia de nuestra tradición católica, el “que sea lo que Dios quiera” o “dios proveerá”, más que frase son actitudes que revelan una conducta social de imposibilidad de llevar a cabo el propio camino, pues en Colombia nos han enseñado que son pocas las que dependen de uno o que uno puede cambiar. a la resignación la acompaña su hermana: la espera*.


Para no ser tildado de nihilista, de escéptico, o de pesimista, más allá de que ser colombiano sea un acto de fe (Borges), o que sea una enfermedad que sólo se cure con la muerte (Vallejo), ser colombiano más que un sentimiento, es una prueba cuyo premio es un título que no vale en ningún lado.

Ver la Canción del futuro imperfecto de Hernando Martínez Rueda “Martinon”, así como el ya legendario Caconia.

*Andrés Casas es el encargado de la sección La Periferia. Este escrito, leído al aire el Sábado 24 de Mayo de 2003 está inspirado en un corto texto de 1997 compilado con otros trabajos inéditos del mismo autor en Escritos Fallidos, en revisión en este momento.

 

 
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