Territorios
que gran atracción tienen para ciertos países centro,
son los que poseen las condiciones que jamás se han podido
desarrollar en ellos, condiciones curiosamente encontradas en
los países de periferia. ¿Qué tienen los
países latinoamericanos, entre otros, contra los cuales
se arremete con políticas agresivas para el desarrollo
y, a la vez se trabaja con estos países con figuras que
muestran fachadas de bienestar y mejoramiento de las condiciones
de vida, pero que en el fondo, su intención se dirige al
mismo objetivo, la apropiación territorial, cultural, intelectual
y científica?
Esta atracción ha sido generada
por la negligencia, falta de identidad, de apropiación
cultural, poco conocimiento y reconocimiento de las potencialidades
y rechazo por el desarrollo cultural que históricamente
ha sido manejado en términos de la visión univoca
y dirigida al consumo de culturas extranjeras, impuestas como
prototipo falaz para lograr el “bienestar común y
desarrollo de los países periferia” según
se muestra para conveniencia, de donde emergen los reales intereses
de quienes bien han aprovechado nuestra ignorancia y desidia.
Latinoamérica cuenta con las razas del mundo, gran biodiversidad,
conocimiento milenario transmitido por tradición oral,
diferentes cosmovisiones, y condiciones sociopolíticas
y económicas que implican el desarrollo del ingenio latinoamericano
para sobrevivir, subsistir y la generación de la resistencia.
Todo esto a consideración de la
historia que ha sido aprehendida, asumida y que no permite, por
la pereza hilvanada en la educación, mirar nuevas formas,
caminos y direcciones para el conocimiento ancestral y generación
del propio, hoy. Es allí, un posible punto de partida en
la perdida del sentido identitario, y, por otro lado, a la reacción
sobre las consecuencias de esto, se genera el asombro y la admiración
de carnaval al ver caminar en las ciudades, culturas aun no comprendidas
pero admiradas por la resistencia cultural que han tenido, por
lo cual caemos en el mismo juego de creer en la apropiación
de ese conocimiento cultural sin darnos cuenta lo que se trabaja
para la total perdida de identidad. Problemas que se han radicalizado
a partir de la celeridad que presentan las ultimas décadas
dados los avances tecnológicos y científicos, dirigidos
ideológicamente para ser asumidos como los únicos
validos y legítimos, controlados por quienes detentan el
poder político y económico a nivel mundial, de allí,
el consumo y necesidad de éste, sobre tecnologías
en comunicación y avances científicos para la diversión
y la gran mentira del “acceso al conocimiento del mundo,
y mejor educación para todos”, que bien, por contrario
logra inequidad, desinformación, empobrecimiento, miseria
y altos niveles de ingenuidad.
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En
qué se esta utilizando la información que se obtiene
a partir del conocimiento y reconocimiento del mundo?, son las naciones
con el poder y desarrollo legitimado por el mundo mismo, quienes
capturan la información necesaria para su mayor empoderamiento.
Bajo la excusa de mejorar la calidad de vida, se han venido realizando
estudios en genética con los pueblos indígenas desde
hace más de diez años, estudios sobre biodiversidad,
donde los resultados expresan la riqueza que existe mas no los logros
en ciencia y el conocimiento popular que se tiene y que las instituciones
extranjeras y peor aun, con el respaldo de los gobiernos y de instituciones
nacionales, extraen estos conocimientos y los declaran como propios.
¿Esto busca acaso, mejores condiciones de desarrollo para
Latinoamérica, o por el contrario, la creación de
hombres perfectos en los países centro? En tanto esto sucede,
la escuela se preocupa por copiar y apropiar modelos de desarrollo
incoherentes al contexto latinoamericano y a las propias dificultades,
trabaja con en el afán de conocer y generar la historia desde
el consumo mismo que nos han impuesto.
Hace falta un reconocimiento de la elaboración académica
en Latinoamérica, sin desconocer la importancia que tiene
el amplio conocimiento sobre las elaboraciones intelectuales hechas
en el mundo, pero bajo la consideración de las condiciones
en las que se desarrolla el pueblo latinoamericano, la escuela asumida
como el espacio que genera el debate, el conocimiento desde su quehacer
y bajo la rigurosidad académica que implica, también,
asumir el reconocimiento de la belleza que encarna el saber popular,
la idiosincrasia que mantiene visible y que logra establecer la
particularidad de Latinoamérica.
La dependencia, la falta
de oportunidades demandadas, asumir la condición de subdesarrollo
como la imposibilidad para lograr la realización de grandes
proyectos y generación de conocimiento a partir de las problemáticas
del contexto propio, han sido la excusa para la mediocridad, el
logro del letargo, características que se han aceptado imperceptiblemente
en el consumo del no pensar, del individualismo como el ingenio
de quien logra la satisfacción propia por encima de todo.
No es desligar ni
tomar una posición radical contra los aportes históricos
que han hecho grandes pensadores y que generalmente han sido del
mundo occidental, no es contraponerse, ni una posición nacionalista,
chovinista, pero si una mirada sobre el suelo que se pisa, sobre
la condiciones socioeconómicas, culturales, políticas
y demás en las que se encuentra Latinoamérica, condiciones
donde se han generado procesos que rompen abiertamente la linealidad
impositiva de la políticas para Latinoamérica, aunque
con las artimañas que utilizan estos poderes, tales procesos
que generan controversia y desvirtúan las estructuras, pueden
ser títeres distractores como forma de mostrar la existencia
de la democracia.
Lo que se está logrando con el cerrar de ojos, y lazarillos
de sabor Mc Donald´s y Coca-Cola es el superhéroe que
ha sido presentado por décadas como un imaginario, que hoy
se hace visible, real, que no tiene capa roja, ni viene de otro
planeta, un super-hombre, hecho del conocimiento ancestral, de fuerza
e inmunidad, un sobreviviente de las adversidades que “increíblemente”
presenta el mundo, un personaje mejor descrito por Mary Shelley
en Frankenstein, un personaje logrado por el desconocimiento de
la potencialidad de nuestros pueblos.
*Columnista
invitada
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