La
expectativa por la gestión de Luis Garzón como alcalde
de Bogotá es incierta para muchos. Su victoria fue contundente
y es el resultado de muchos años de trabajo desde la experiencia
sindical, de la izquierda y de su formación marginal, pero
integral.
Yo que también soy hijo de una empleada
del servicio doméstico, me sorprendo de su éxito.
Cuando se tiene que vivir una infancia en esas condiciones se
es observador directo o, peor, víctima del maltrato clasista
y subordinado de seres de igual condición pero con unos
pesos de más en el bolsillo. Garzón nos ha contado
su experiencia citadina desde la infancia con su señora
madre. Salto de casa en casa, que eran inquilinatos, luchó
desde joven por mejorar sus condiciones de formación cultural
y laboral, y tuvo las aspiraciones suficientes para entender que
trabajando con constancia y pulso tendría una vida exitosa.
Hoy los bogotanos le hemos apostado no sólo a una opción
política para Bogotá sino a un perfil humano. Además
de esperar un buen gobierno, es alentador que a través
de la expresión democrática los ciudadanos hayan
abandonado sus rencores clasistas, que son una expresión
de igualdad social para celebrar.
|
Todos
saben que la ciudad ha tenido adelantos en los últimos gobiernos
y la palabra de Garzón nos promete continuidad, pero su bandera
política esta al servicio de los más necesitados –la
clase sin educación y salud, que es una bomba de tiempo social.
Con el giro político que ha tenido Bogotá es probable
que se hayan despertado discordias. Una fuente de alta fidelidad,
el coordinador de una de las siete comisiones de empalme, me dijo
que algunos ya vaticinan que Garzón y su grupo no podrán
con el reto. Garzón es un hombre de carne y hueso que ha
trasmitido su trasegar personal y político, se ha arriesgado
ha transmitir sus opiniones desde la izquierda que tienen un veto
aparente en nuestra vida política pública, entonces
¿Por qué no va poder administrar la ciudad? Demostró
que tiene templanza en la candidatura a la presidencia y ahora a
la alcaldía, ha sido protagonista de la oposición
del actual gobierno y sigue convencido de que sí es posible
una tercera opción política después de tantas
décadas de fracaso bipartidista en Colombia. Si ya es el
hombre que nos tocó, hay que apoyarlo.
Desde mi experiencia personal
les digo que vivir y crecer dentro de un hogar que no te pertenece,
bajo un techo que sabes que no es el tuyo y observar desde abajo
como obtiene de fácil el éxito el “amigo”
de infancia, que nunca te miro igual, y que creció contigo
mientras tus condiciones son tan adversas, causa algo de desazón.
Garzón después de poco más de tres décadas
no se dejó amilanar y esta aquí, donde todos lo hemos
puesto; que sea para el bien de todos.
*Enrique Martínez es periodista y literato. |