Según
la genial teoría de la "guerra preventiva" desarrollada
por el actual presidente de los Estados Unidos, debemos deducir
que hay matanzas buenas, justas y merecidas y otras malas, injustas
e inmerecidas. Por ejemplo, la guerra de Irak que sigue los principios
de Bush es buena, no hay duda. Buena porque nos protege del enorme
peligro que representan las armas nucleares en manos de gente
que, con seguridad, las utilizaría para ejecutar matanzas
malas.
Es verdad que a estas alturas de la guerra, que amparado en su
aguda teoría sobre las matanzas buenas y malas iniciara
el sr. Bush en Irak hace un año, sabemos que las armas
nucleares de Irak no existen. Eso es verdad, pero de acuerdo con
el sr. Bush y con los jefes de Estado que lo acompañan
en su caritativa guerra, no invalida la guerra preventiva. Por
el contrario, plantea un nuevo reto para estos cruzados del bien,
porque si las temibles armas nucleares no estaban en Irak deben
hallarse en otro lugar del planeta. ¿En dónde?,
en un territorio, cualquiera, con inmensos yacimientos de petróleo,
condición sine que non de la guerra preventiva, hacia donde
los líderes del mundo deben mirar para comenzar a planear
la respectiva guerra preventiva.
A estas horas los paladines de la justicia del siglo XXI se devanan
los sesos para determinar hacia qué lugar orientar sus
misiles, sus bombas racimo, y toda la tecnología con la
que ejecutan las matanzas buenas, para iniciar la nueva guerra
preventiva. Eso sí, entre ellos saben que jamás
miraran hacia Estados Unidos, donde se sabe que sí hay
armas nucleares que podrían arrasar con la humanidad, porque
a diferencia de los otros potenciales enemigos del planeta esas,
las de Estados Unidos de Norteamérica están en buenas
manos. Todos podemos dormir tranquilos porque las armas nucleares,
que está confirmado existen, sólo obedecerán
al lúcido cerebro del hombre que ha sido capaz de crear
y ejecutar la teoría de la guerra preventiva. Un hombre,
quizá el único en el planeta, que tiene la virtud
de distinguir entre el bien y el mal sin margen de error.
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En
Irak, Afganistán y en todos los lados donde los paladines
del bien han intervenido, se han producido matanzas de todos los
calibres. Una suma desconocida hasta el momento de hombres, mujeres,
niños, ancianos, entre los que se cuentan algunos soldados
y mucha población civil han caído acribillados por
el fuego del bien. Barrios residenciales, hospitales, escuelas,
tesoros históricos de la humanidad, ciudades enteras han
sido arrasadas por la batalla del bien que lidera el sr. Bush. Contienda
que pese a las buenas intenciones de sus gestores sólo puede
traer desgracia, dolor, miseria y rabia para sus víctimas.
Pero estas víctimas, esas poblaciones,
como ha explicado Bush y los presidentes, entre los que vale recordar
está el de los colombianos, hacían parte del eje del
mal y por consiguiente, aunque duela, merecían su matanza.
Otra cosa muy distinta ocurre con los inermes ciudadanos del mundo
del bien, que sin ninguna responsabilidad, caen víctimas
del fuego del mal. Es decir, víctimas como las de Atocha.
Sin embargo, hay algo que los paladines de la justicia parecen no
entender: a nosotros, al común y corriente de los habitantes
del planeta que nos sabemos blancos ideales del bien y el mal, nos
duele, nos aterra de igual manera los pedazos de mujer iraquí
masacrada por un misil aliado, el anciano afgano perforado por la
metralla del bien, como el joven español o colombiano asesinado
por una bomba en una estación de tren de Madrid. Y por eso,
sólo por ese terrible hueco que se nos ha abierto en el corazón
ante semejante carnicería, nos resulta imposible tragar entero
el cuento de las bondades de la guerra preventiva que el sr. Bush
y sus asociados promueven. Cuento que con la misma indignación
rechazaríamos si los autores de las bombas de Madrid pretendieran
justificar este acto explicándonos que obedeció a
la necesidad de realizar una Matanza Preventiva cuyo fin último
sería el de proteger a la humanidad.
¿Acaso el sr. Bush y sus aliados en su inmensa sabiduría,
considerarían la tesis de la Matanza Preventiva como argumento
válido para justificar estas nuevas víctimas del terror?
¿Será que Bush, o cualquiera de sus aliados, pueden
explicarnos, por qué los muertos que caen por orden de Bush
se lo merecen y los otros muertos no? ¿Dónde, dónde
estará la diferencia?
*Alexandra
es también conocida por su remoquete Sumercé.
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