“Hace mucho tiempo,
en una galaxia muy, muy lejana"
Seguro
que al leer esta frase o al escucharla en cualquier lugar, de
inmediato llegará a su mente un universo legendario lleno
de aventuras espaciales, caballeros de la justicia armados con
sables de neón que enfrentan a misteriosos enemigos, princesas
con exóticos trajes, extrañas criaturas multiformes
que habitan en planetas desérticos o helados, y un largo
etcétera de elementos que caracterizan a la que es denominada
como la mayor leyenda de la época actual: “LA GUERRA
DE LAS GALAXIAS”.
De igual forma habrá escuchado
decir que esta serie de películas no es más que
un collage de efectos especiales, muchas peleas y un argumento
bastante repetitivo que siempre se inicia con un ataque de las
fuerzas del mal contra las del bien, seguido de la huida y posterior
reorganización de estas. Finalmente, un singular duelo
entre el caballero Jedi de turno y un oscuro señor del
Sith, mientras que a poca distancia se libra una feroz batalla
de naves espaciales y algunos ejércitos terrestres, donde
siempre los buenos salen ganando.
Otros dirán que se trata de simples
películas comerciales, destinadas a ser productos de consumo
y que en lugar de fines artísticos lo que persiguen es
la mayor ganancia económica. Puede ser cierto: al fin y
al cabo cuando se realiza una inversión lo primero que
se busca es recuperarla y luego obtener utilidades, no hay que
olvidar que el cine, donde quiera que se realice, es una industria
que para sobrevivir necesita por lo menos evitar las perdidas.
Esto no debe quitarle merito a la producción,
el hecho de ser comercial (y no del denominado cine-arte) no significa
que sea de mala calidad, ni que deje de prestarse a la reflexión
y al análisis. Al contrario, si usted observa con detenimiento
cada uno de los episodios que hasta ahora componen la saga se
dará cuenta de que George Lucas ha puesto en pantalla más
que la tradicional lucha entre el bien y el mal. En primer lugar,
porque “Star Wars” se presenta como un rescate de
las leyendas y cuentos de la antigüedad donde se combina
formidablemente la alta tecnología cibernética con
la fantasía y el instinto aventurero propio de los cuentos
infantiles de antaño.
En esta leyenda de la modernidad se ha
transformado el “Erase una vez, en un reino...” por
un “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...”;
los dragones son “Estrellas de la muerte”, terribles
armas capaces de destruir planetas enteros, los guerreros que
batallaban a lomo de briosos caballos y con pesadas espadas se
convierten en caballeros de la orden Jedi que luchan a bordo de
naves supersónicas y con livianísimos sables de
luz, mientras que sus escuderos son simpáticos robots de
pequeña estatura que protegen a princesas que salen de
los castillos para unirse al combate.
Y a pesar de tanta sofisticación, se siguen conservando
íntegros los elementos que componen la trama de un cuento
de hadas: la lucha entre el bien y el mal donde un plebeyo de
origen desconocido pelea por la libertad, la justicia y el amor
de una hermosa princesa. Lucha que está santificada por
valores como el honor, la amistad, la lealtad y, sin saberlo,
el amor fraterno.
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Así
como los antiguos mitos eran un reflejo de la realidad de las culturas
que los creaban, la saga retoma ciertos elementos característicos
de la historia humana. La República Galáctica bien
puede semejar a la antigua Roma o a la Francia revolucionaria, naciones
donde la autoridad residía en un senado conformado por hombres
probos y respetables, que poco a poco fue perdiendo prestigio hasta
que algunos líderes con poder militar se adueñaron
del gobierno, haciéndose llamar emperadores y transformando
la antigua república en un poderoso imperio que con el pasar
del tiempo se corrompió y fue destruido.
Los Caballeros Jedis, igual
que sus contrapartes los oscuros Señores del Sith, asemejan
a las ordenes iniciáticas de caballeros guerreros que decían
luchar por nobles ideales y por su monarca (los señores de
la Mesa Redonda, samuráis, templarios, mosqueteros, caballeros
cruzados) o aquellas sociedades no tan hidalgas de fines menos loables
(el Ku Kux Klan, las S.S.), que se sentían impulsados por
una “Fuerza” sobrenatural.
Si a lo largo de los últimos
20 siglos, la mayor parte de las guerras se han producido por razones
que mezclan lo económico, político y por sobre todo
lo religioso, el conflicto que la saga presenta a lo largo de sus
(casi) seis episodios tiene exactamente estos mismos elementos.
Bajo la fachada de un conflicto comercial y de dominio político,
se esconde la rivalidad entre dos facciones de una creencia seudo-religiosa,
cada una atribuyéndose la posesión de la verdad y
provocando un escalofriante derramamiento de sangre en nombre de
unas creencias que en teoría buscan todo lo contrario. ¿Será
que las guerras reales no han tenido motivaciones similares?, el
hombre suele matar en nombre de la religión, una ideología
o un partido político, aunque lo que busca realmente es aumentar
su poder a costa de lo que sea, incluso de la vida de sus congeneres.
Finalmente, el tópico
más característico en toda historia de ciencia-ficción:
la automatización, que ni en la leyenda ni en la realidad
resulta ser muy romántica. No es casualidad que el malvado
sea mitad humano y mitad máquina y que sólo cuando
se ha quitado la máscara recupere tanto su humanidad como
su bondad. No puede existir una metáfora más clara
sobre los peligros de la automatización: Darth Vader es la
máquina fría y calculadora, mientras Anakín
Skywalker es el ser humano bondadoso y espiritual.
Mac Luhan había sostenido que las tecnologías eran
extensiones del cuerpo y el cerebro del hombre, pero al observar
qué tipo de personajes protagonizan esta historia no sería
arriesgado pensar que estas ya no son unas “extensiones”,
sino que al contrario, se han convertido en el hombre mismo y lo
empiezan a reemplazar. La tecnología actual permite fabricar
“repuestos” del cuerpo humano y dentro de poco no será
extraño encontrar maquinas que puedan pasar perfectamente
por hombres de carne y hueso. El mayor problema está en si
serán iguales al sencillo humano Anakin o a la terrible maquina
de Darth Vader.
Ayer eran las leyendas y
los cuentos de tradición oral los que nos emocionaban y asustaban,
hoy son las imágenes del celuloide que al pretender divertirnos,
explican el modo de ser del hombre. Más allá de vender
juguetes, afiches, camisetas, discos o cualquier otro producto de
merchandise, lo que se nos termina dando es una forma de interpretar
la realidad, que ya aceptemos o no, hace parte de nuestra identidad
como habitantes de este cercano planeta.
Si analizamos la saga de
esta forma, Lucas tiene sobrados méritos al crear una galaxia
que no es tan lejana como aparenta. No sólo por marcar un
hito importante dentro del género de la ciencia-ficción,
servir de comparación a guerras más reales en los
años 80’s (Ronald Reagan) o al enfrentamiento entre
Coca-Cola y Pepsi (Daniel Sámper P.). Su obra, muy difícil
de superar, nos envía un mensaje de esperanza a los habitantes
de esta cercana galaxia cada vez que nos repite: “... que
la fuerza te acompañe”.
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