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El don de la ubicuidad
Sergio Roncallo Dow

ubicuidad. f. Cualidad de ubicuo.
ubicuo, cua. (del lat. ubique, en todas partes). adj. Dicho
principalmente de Dios: Que está presente a un mismo tiempo
en todas partes.


En algún artículo de un criollo y posmoderno pensador podía leerse lo siguiente: “a las imágenes audiovisuales, con soporte electromagnético, les ha sido otorgado el don de la ubicuidad.” Utopía de la razón, golpe impío al platonismo, objetivado por los medios masivos de comunicación que llevaron las imágenes a instalarse en el día a día de los sujetos, a establecer una tácita relación de convivencia que poco a poco habría de transformarse en una suerte de dependencia perturbadora.

Con el pasar del tiempo nos hemos acostumbrado a que las imágenes están por doquier, siempre allí, estáticas o en movimiento, a color o en pálidos grises, pero siempre allí. Como una divinidad, tienen el don de la ubicuidad y la transformación; en estas épocas de massmediatización del entorno este furor ubicuo ha tomado unos matices que colindan con lo absurdo.

Cada noche, el bogotano promedio arriba a su morada y queda absorto en la contemplación televisiva: magazines, tele realidad, melodrama, noticias, simplemente tevé. Profusión de imágenes. De esta selecta maraña de géneros, la tele verdad resulta particularmente atrayente por la pretensión realista (que todos creemos no existe) que procura vender. Sus protagonistas-conejillos-concursantes son eliminados semana a semana, día a día, como sea, y son magistralmente tele transportados desde el remoto e inhóspito paraje en el que se encuentran hasta los asépticos y lustrosos estudios de la Ciudad Capital. Tele trasportación que se hace, en el increíble y virtual tiempo televisivo, en cuestión de unas pocas horas. En efecto, son eliminados hacia las 10 PM del día anterior y, a eso de las 7 AM, se ve al desdichado ex concursante-protagonista-conejillo luciendo su mejor sonrisa y su más resplandeciente atuendo en el programa mañanero de turno, relatando con fluidez y camaradería lo “enriquecedora desde todo punto de vista” que ha resultado la experiencia que acaba de vivir. Realmente inquietante la velocidad que propone el tiempo televisivo: sin duda acorde con estos tiempos posmodernos de aceleración y vértigo en que nos hallamos inmersos.

Ahora bien, si esta exuberante velocidad puede resultar sorprendente al más tímido de los lectores, permítaseme decir que ha sido reemplazada. La vertiginosa celeridad del movimiento queda eclipsada por la ubicuidad.

En algún canal perteneciente a la casa de los Santos (quizás esto explique, aunque veremos que no del todo, el fenómeno paranormal que trato de relatar) se transmite de lunes a viernes a las 6 PM un delicioso magazín de variedades y entretenimiento llamado Radio City. Programa, sin duda, pululante de noticias culturales de altísimo interés que hacen de su contemplación casi un deber ciudadano. Su equipo está conformado por ilustres personajes de la escena cultural criolla entre los que se cuentan Julio Correal, Martín de Francisco y la innegablemente bella, Bianca Arango.

Chica Med durante el histórico lapso de quince días, esta bella modelo ha encontrado en la presentación de bocados culturales su verdadera vocación. Sería precisamente esta faceta y no otra, la que la catapultaría a lo más alto de la visibilidad mediática y la haría merecedora de un puesto en la tele realidad, la que la haría partícipe de la primera edición de la Isla de los Famosos. Pues bien, en la versión del concurso que se encuentra actualmente al aire, los creativos de Nuestra Tele, buscando alargar la pauta, introdujeron una casineril y precaria coda que incluye participantes de las dos partes del programa. Uno de los llamados a repetir banca fue nuestra ex Chica Med, quien no dudó en exhibirse de nuevo en las playas de alguna remota isla panameña.

De hecho, mientras la veíamos esforzarse al máximo intentando vencer al temible Leonel Álvarez o al ingenioso Lucas Jaramillo, su vacío en Radio City fue llenado por la muy local Nawal Ayoub, ex señorita Bogotá. Hasta aquí, nada paranormal.

 




 


 

Sin embargo, los atributos divinos de Bianca salieron a flote (al menos para mí) el día 18 de mayo de 2005 cuando tuve la oportunidad de verla hacia las 6:30 PM, vestida por algún diseñador criollo y tendida en una especie de diván en Radio City y, aproximadamente a las 9 PM, le vi totalmente cubierta de lodo, resplandeciente, en un escaso bikini en la Isla de los Famosos. Sin duda aquí nos encontramos ante un suceso que es poco menos que paranormal y que me hace recordar ciertas páginas del Libro de Urantia (texto de algo más de dos mil páginas revelado por seres místicos y celestiales provenientes de universos del todo ignotos para la terrena y finita mente humana):

«Yo soy un Dios próximo y remoto, dice el Señor, ¿no lleno acaso el cielo y la tierra?» El Padre Universal está siempre presente en todas partes y en todos los corazones de su vasta creación. Él es «la plenitud del que todo lo llena en todos»

Analicemos el fenómeno que involucra a Bianca Arango a la luz de este pasaje. En primer término es evidente que hay uno de los requisitos de la ubicuidad divina que no se cumple a plenitud, al menos en principio: el tiempo. En efecto, hay un desfase de casi tres horas (desde mi primer avistamiento) entre las dos apariciones. Bianca no está siempre presente, sin embargo no tenemos los suficientes elementos para concluir la no ubicuidad temporal: si el escenario que nos permite dar cuenta de la omnipresencia es la televisión, podemos pensar en un simple ocultamiento mediático que, como máximo, nos permite dudar de dicha ubicuidad temporal pero que en ningún momento nos da razones suficientes para negarla.

En segundo término, está el punto que se refiere al estar presente en todos los corazones. Esto es de más difícil debate pues los corazones de los tele adictos, tele contempladores y tele enamorados pueden estar divididos; así las cosas resulta preciso dejar abierta esta discusión, teniendo siempre presente que la posibilidad de la ubicuidad a este respecto, queda latente.

Finalmente está el innegable, contundente y empíricamente verificable hecho de que Bianca Arango está presente en todas partes. De esto no hay duda pues la vimos pasar del clásico edificio de El Tiempo, ubicado en la Avenida Jiménez con Carrera Séptima de la ciudad de Bogotá, a la hostil isla panameña en poco menos de lo que un televidente tarda en hacer zapping. Si pensamos, además, que Radio City se prolonga hasta las 8 PM el tempo de desplazamiento se reduce y se hace imposible. Un vuelo entre Bogotá y la Ciudad de Panamá tarda aproximadamente una hora y veinte minutos: no hay nada más que una explicación paranormal. El don divino de la ubicuidad ha sido comprobado.

De los tres puntos que se han puesto aquí sobre la mesa tenemos uno que nos abre el camino de la duda (que en ningún momento es categórica o concluyente), otro que, dado el alto componente de subjetividad que entraña, permanece abierto y un tercero que ha sido plenamente demostrado. Podemos afirmar, con un alto margen de certidumbre, que Bianca Arango posee el don de la ubicuidad.

A esto puede sumarse una evidencia empírica aledaña que, de algún modo, constataría nuestra hipótesis. Hace algunos meses la voluptuosa modelo Tatiana de los Ríos se vio involucrada en un escándalo por su supuesto estado de embriaguez al conducir y la consecuente evasión de un retén militar en alguna carretera antioqueña. El fenómeno es aquí el mismo: mientras Tatiana se alicoraba en alguna penosa jacaranda montañera, al mismo tiempo competía en cabo Tiburón en un programa de tele realidad del canal Caracol. Esta coincidencia nos lleva a dudar de la influencia de los Santos en el fenómeno Bianca Arango y hace aún más inquietante lo que hasta aquí se ha relatado.

Con las razones que hasta aquí se han argüido es posible pensar en la presencia de algún elemento de naturaleza teúrgica en estas dos beldades que permitiría, con toda propiedad, llamarles diosas o semidiosas (de acuerdo al número de atributos de la ubicuidad que el lector decida otorgarles). Esto explica gran parte del lenguaje con el que han sido etiquetadas las modelos y permitiría pensar en una conspiración de índole mediática (y, por qué no, gubernamental), destinada a ocultar los propiedades divinas de las tradicionalmente consideradas banales y de poca monta intelectual, que ha permanecido, hasta hoy, oculta.





*Sergio Roncallo Dow es filósofo, músico y escritor. Entre sus innumerables aportes a la cultura se encuentran Pollito Chicken, reconocida banda bogotana, Los Gemelos Fantásticos y, más recientemente, Los Pussylánimes y los Hermanos precarios. Por si esto fuera poco Sergio es colaborador ad honorem de La Silla Eléctrica como productor musical, locutor y escritor.

 

 
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