ubicuidad. f. Cualidad de ubicuo.
ubicuo, cua. (del lat. ubique, en todas partes). adj. Dicho
principalmente de Dios: Que está presente a un mismo tiempo
en todas partes.
En algún artículo de un criollo y posmoderno pensador
podía leerse lo siguiente: “a las imágenes
audiovisuales, con soporte electromagnético, les ha sido
otorgado el don de la ubicuidad.” Utopía de la razón,
golpe impío al platonismo, objetivado por los medios masivos
de comunicación que llevaron las imágenes a instalarse
en el día a día de los sujetos, a establecer una
tácita relación de convivencia que poco a poco habría
de transformarse en una suerte de dependencia perturbadora.
Con el pasar del tiempo nos hemos acostumbrado
a que las imágenes están por doquier, siempre allí,
estáticas o en movimiento, a color o en pálidos
grises, pero siempre allí. Como una divinidad, tienen el
don de la ubicuidad y la transformación; en estas épocas
de massmediatización del entorno este furor ubicuo ha tomado
unos matices que colindan con lo absurdo.
Cada noche, el bogotano promedio arriba
a su morada y queda absorto en la contemplación televisiva:
magazines, tele realidad, melodrama, noticias, simplemente tevé.
Profusión de imágenes. De esta selecta maraña
de géneros, la tele verdad resulta particularmente atrayente
por la pretensión realista (que todos creemos no existe)
que procura vender. Sus protagonistas-conejillos-concursantes
son eliminados semana a semana, día a día, como
sea, y son magistralmente tele transportados desde el remoto e
inhóspito paraje en el que se encuentran hasta los asépticos
y lustrosos estudios de la Ciudad Capital. Tele trasportación
que se hace, en el increíble y virtual tiempo televisivo,
en cuestión de unas pocas horas. En efecto, son eliminados
hacia las 10 PM del día anterior y, a eso de las 7 AM,
se ve al desdichado ex concursante-protagonista-conejillo luciendo
su mejor sonrisa y su más resplandeciente atuendo en el
programa mañanero de turno, relatando con fluidez y camaradería
lo “enriquecedora desde todo punto de vista” que ha
resultado la experiencia que acaba de vivir. Realmente inquietante
la velocidad que propone el tiempo televisivo: sin duda acorde
con estos tiempos posmodernos de aceleración y vértigo
en que nos hallamos inmersos.
Ahora bien, si esta exuberante velocidad
puede resultar sorprendente al más tímido de los
lectores, permítaseme decir que ha sido reemplazada. La
vertiginosa celeridad del movimiento queda eclipsada por la ubicuidad.
En algún canal perteneciente a
la casa de los Santos (quizás esto explique, aunque veremos
que no del todo, el fenómeno paranormal que trato de relatar)
se transmite de lunes a viernes a las 6 PM un delicioso magazín
de variedades y entretenimiento llamado Radio City. Programa,
sin duda, pululante de noticias culturales de altísimo
interés que hacen de su contemplación casi un deber
ciudadano. Su equipo está conformado por ilustres personajes
de la escena cultural criolla entre los que se cuentan Julio Correal,
Martín de Francisco y la innegablemente bella, Bianca Arango.
Chica Med durante el histórico
lapso de quince días, esta bella modelo ha encontrado en
la presentación de bocados culturales su verdadera vocación.
Sería precisamente esta faceta y no otra, la que la catapultaría
a lo más alto de la visibilidad mediática y la haría
merecedora de un puesto en la tele realidad, la que la haría
partícipe de la primera edición de la Isla de los
Famosos. Pues bien, en la versión del concurso que se encuentra
actualmente al aire, los creativos de Nuestra Tele, buscando alargar
la pauta, introdujeron una casineril y precaria coda que incluye
participantes de las dos partes del programa. Uno de los llamados
a repetir banca fue nuestra ex Chica Med, quien no dudó
en exhibirse de nuevo en las playas de alguna remota isla panameña.
De hecho, mientras la veíamos esforzarse
al máximo intentando vencer al temible Leonel Álvarez
o al ingenioso Lucas Jaramillo, su vacío en Radio City
fue llenado por la muy local Nawal Ayoub, ex señorita Bogotá.
Hasta aquí, nada paranormal.
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Sin
embargo, los atributos divinos de Bianca salieron a flote (al menos
para mí)
el día 18 de mayo de 2005 cuando tuve la oportunidad de verla
hacia las 6:30 PM, vestida por algún diseñador criollo
y tendida en una especie de diván en Radio City y, aproximadamente
a las 9 PM, le vi totalmente cubierta de lodo, resplandeciente,
en un escaso bikini en la Isla de los Famosos. Sin duda aquí
nos encontramos ante un suceso que es poco menos que paranormal
y que me hace recordar ciertas páginas del Libro de Urantia
(texto de algo más de dos mil páginas revelado por
seres místicos y celestiales provenientes de universos del
todo ignotos para la terrena y finita mente humana):
«Yo soy un Dios próximo
y remoto, dice el Señor, ¿no lleno acaso el cielo
y la tierra?» El Padre Universal está siempre presente
en todas partes y en todos los corazones de su vasta creación.
Él es «la plenitud del que todo lo llena en todos»
Analicemos el fenómeno
que involucra a Bianca Arango a la luz de este pasaje. En primer
término es evidente que hay uno de los requisitos de la ubicuidad
divina que no se cumple a plenitud, al menos en principio: el tiempo.
En efecto, hay un desfase de casi tres horas (desde mi primer avistamiento)
entre las dos apariciones. Bianca no está siempre presente,
sin embargo no tenemos los suficientes elementos para concluir la
no ubicuidad temporal: si el escenario que nos permite dar cuenta
de la omnipresencia es la televisión, podemos pensar en un
simple ocultamiento mediático que, como máximo, nos
permite dudar de dicha ubicuidad temporal pero que en ningún
momento nos da razones suficientes para negarla.
En segundo término,
está el punto que se refiere al estar presente en todos los
corazones. Esto es de más difícil debate pues los
corazones de los tele adictos, tele contempladores y tele enamorados
pueden estar divididos; así las cosas resulta preciso dejar
abierta esta discusión, teniendo siempre presente que la
posibilidad de la ubicuidad a este respecto, queda latente.
Finalmente está el
innegable, contundente y empíricamente verificable hecho
de que Bianca Arango está presente en todas partes. De esto
no hay duda pues la vimos pasar del clásico edificio de El
Tiempo, ubicado en la Avenida Jiménez con Carrera Séptima
de la ciudad de Bogotá, a la hostil isla panameña
en poco menos de lo que un televidente tarda en hacer zapping. Si
pensamos, además, que Radio City se prolonga hasta las 8
PM el tempo de desplazamiento se reduce y se hace imposible. Un
vuelo entre Bogotá y la Ciudad de Panamá tarda aproximadamente
una hora y veinte minutos: no hay nada más que una explicación
paranormal. El don divino de la ubicuidad ha sido comprobado.
De los tres puntos que se
han puesto aquí sobre la mesa tenemos uno que nos abre el
camino de la duda (que en ningún momento es categórica
o concluyente), otro que, dado el alto componente de subjetividad
que entraña, permanece abierto y un tercero que ha sido plenamente
demostrado. Podemos afirmar, con un alto margen de certidumbre,
que Bianca Arango posee el don de la ubicuidad.
A esto puede sumarse una
evidencia empírica aledaña que, de algún modo,
constataría nuestra hipótesis. Hace algunos meses
la voluptuosa modelo Tatiana de los Ríos se vio involucrada
en un escándalo por su supuesto estado de embriaguez al conducir
y la consecuente evasión de un retén militar en alguna
carretera antioqueña. El fenómeno es aquí el
mismo: mientras Tatiana se alicoraba en alguna penosa jacaranda
montañera, al mismo tiempo competía en cabo Tiburón
en un programa de tele realidad del canal Caracol. Esta coincidencia
nos lleva a dudar de la influencia de los Santos en el fenómeno
Bianca Arango y hace aún más inquietante lo que hasta
aquí se ha relatado.
Con las razones que
hasta aquí se han argüido es posible pensar en la presencia
de algún elemento de naturaleza teúrgica en estas
dos beldades que permitiría, con toda propiedad, llamarles
diosas o semidiosas (de acuerdo al número de atributos de
la ubicuidad que el lector decida otorgarles). Esto explica gran
parte del lenguaje con el que han sido etiquetadas las modelos y
permitiría pensar en una conspiración de índole
mediática (y, por qué no, gubernamental), destinada
a ocultar los propiedades divinas de las tradicionalmente consideradas
banales y de poca monta intelectual, que ha permanecido, hasta hoy,
oculta.
*Sergio
Roncallo Dow es filósofo, músico y escritor. Entre
sus innumerables aportes a la cultura se encuentran Pollito Chicken,
reconocida banda bogotana, Los Gemelos Fantásticos y, más
recientemente, Los Pussylánimes y los Hermanos precarios.
Por si esto fuera poco Sergio es colaborador ad honorem de La Silla
Eléctrica como productor musical, locutor y escritor.
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