Ya
es una perogrullada hablar de que los números no cierran
y que Colombia no suma mientras que sus demás rivales sí
lo hacen. Por eso, previendo la agudización de la hecatombe,
es bueno darle una nueva mirada a nuestra realidad. Hay ventajas
que no hemos mirado y que hay que contemplar al estilo de “Plan
de prevención de desastres”, dado el caso de que
no clasifiquemos a Alemania. Empecemos:
La capacidad laboral de
las oficinas estará al 100% ya que nadie tomará
como excusa que “juega la selección” para empezar
a hacer roña, llenar de colgandejos y guirnaldas las oficinas,
sacar panderetas hechas con tapas de Coca Cola que sobraron de
la novena de aguinaldos, tocar trompetas de plástico desafinadas
y darle calvazos al jefe (media de aguardiente encima y resentimiento
unidos, por supuesto) con la excusa de que “el cojo”
Arriaga venciera a van der Sar en el último minuto de juego
para que Colombia clasificara a octavos.
La patanería oficinística
se verá aplacada por corderos que estarán tranquilos
trabajando, rumiando seguramente por dentro por los malditos juegos
perdidos en casa por los de Maturana y le darán importancia
en ese momento a pendejadas varias como la suerte de Santa Fe
en los cuadrangulares y los cara a cara de Protagonistas de Novela
de ese futuro no muy lejano.
Tampoco habrá atarvanes
que, en la víspera, durante y después de un juego
mundialista, se agazapen entre los árboles con una manotada
de Maizena que siempre termina dentro de los ojos del afectado,
que tiene que esperar como tres días para sacarse el engrudo
que se crea con el polvo alimenticio y las lágrimas. Ni
hablar cuando de Huevos Oro se trata...
Ya el escalafón
de la FIFA no será el tema mensual para ver cuánto
bajó o subió la selección del alma. Este
Dow Jones futbolístico y “criollizado” a nuestra
manera, dejará de ser un elemento primordial y el evitar
verlo, dará lugar a actividades más loables como
revisar los formularios del predial, hacer cuentas del valor del
seguro obligatorio del carro y evaluar el presupuesto anual de
la casa.
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Para
aquellos que pensaban viajar hacia Alemania por Frankfurt, puerto
aéreo del país teutón: aparte del ahorro que
significa no comprar un pasaje, los alegres turistas de nuestra
patria no enfrentarán a los miembros de la policía
aeroportuaria de esa ciudad. Las últimas veces que viajaron
colombianos en patota para comer salchichas y tomar cerveza (¡plan
más zanahorio que ese no hay!) salieron deportados, sin equipaje
y con el recuerdo del guante de látex de una agente policial,
que parecía de la SS. ¿Imagínese que llegaran
ataviados con el uniforme de la selección? Los tratarían
como una nueva célula de “hooligans” que arma
disturbios con un poncho y una réplica de “chiva”.
Pero devolvámonos
a nuestro entorno. La piratería, que deja sin empleo a muchos
compatriotas según lo afirma don Marito Aranguren de la DIAN,
se extirparía como cáncer chiquito de los sardineles,
andenes y calles de Colombia pues nadie tendría la cachaza
suficiente para adquirir a un módico precio camisetas marca
“Rotto” o “Lutto” simplemente para sentirse
identificado por la causa. Al no haber causa, no hay propaganda
que valga.
Los especuladores de cada
cuatro años, que usurpan el mercado negro de láminas
del álbum oficial del mundial tendrán que saber cañar
a la hora de vender “monas” a las bondadosas señoras
que estaban convencidas que los cromos de Colombia eran los más
difíciles y que llegaban con la sonrisa en la boca a mostrarle
a los hombres de la casa que tenían la estampa del “Pibe”
Valderrama, una de las más fáciles del compilado.
Esas señoras también
sabrán (a pesar de que a veces confundan “árbitro”
con “arquero” o “Maturana” con “Maradona”)
que Colombia no clasificó y que por eso no hay que comprar
las viejas foticos de Higuita o de Perea en la 90 con 15 o en el
centro, pues esos ya no juegan el mundial. Pobres los vendedores
que hacían esta triquiñuela vendiendo las láminas
más fáciles a incautos que pagaban un valor exagerado.
Muy al estilo del primerizo que, inocente, paga fortunas por comer
ostras en Islas del Rosario, un lugar donde abundan estos frutos
de mar. (Lo hablo por experiencia. Los dos casos los he vivido)
Obviamente si no llegamos
a la cita ecuménica encontraremos placebos como el gran premio
de fórmula uno en Hungría o el juego de las estrellas
con Cabrera o Rentería, o en el peor de los casos “Sábados
Felices”, suplementos vitamínicos muy flacos pero que
sirven de todas formas. A veces el “Flaco” Agudelo puede
ser menos patético que nuestra realidad futbolística.
Yo espero que las cosas
cambien y que las cuentas se arreglen en la eliminatoria para que
este documento pueda ser arrojado a la basura como la equivocación
de un columnista, enceguecido por el momento tan difícil
que atraviesa la Selección Colombia. Confío que el
futuro me cobre esta cuenta y me muestre lo equivocado que estuve
cuando me senté frente al computador a escribir esto. Sería
feliz.
*Nicolás
Samper Camargo ha escalado la pirámide laboral en forma inversa.
De codirector de un periódico (Nor Gerper) ha pasado a ser
un prístino lacayo de los medios de comunicación.
Ha pasado por redacciones disímiles (El Tiempo, MeQuedo.com
y Futbolred.com) y aunque goza de la reportería, prefiere
quedarse encerrado en su casa como lo hacía uno de sus ídolos,
Lucas Caballero "Klim".
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