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Una guerra de película
Sumercé

Antes, cuando Sumercé era inculta y no veía películas gringas de acción, tenía prejuicios tremendos contra ellas. Apenas soportaba unos cuantos minutos de proyección para exclamar espantada, ¿pero a quién se le ocurre asumir que semejante disparate pueda ser realidad?, ¿cómo es posible que la gente se deje embobar con esa suma de pendejadas? Pero la vida, ay, Sumercé, la vida sumada a la pasión del presidente George W. Bush por llevar la ficción a la realidad se encargó de demostrarle que la boba era ella. Que bobos eran quienes no seguían las malas películas de acción gringas, pues por no haberlas visto ahora no entienden nada de lo que está pasando y, lo peor, no van a entender lo que va a pasar con la guerra que se nos vino encima. ¡Porque ésta es una guerra de película!

Una de las muchas ventajas que tienen las malas películas de acción es que de principio a fin se sabe qué va a pasar, cómo va a pasar y en qué va a parar la cosa. Por eso quienes sí las hemos visto sabemos, desde ya, todo acerca de la guerra que cocina el presidente Bush. Es más, podríamos asesorar a los genios del Pentágono respecto a la más efectiva forma de liquidar al enemigo. Aunque pensándolo bien poca falta hará nuestro consejo a un grupo Bush, sus asesores y aliados que seguro debe ser adicto a las malas películas gringas.

Es evidente que ellos en su vasta cultura tienen claro, como todos los sagaces productores gringos, que no importa lo incoherente que sea el guión si al final, luego de muchas explosiones, cabriolas de aviones de guerra, bombas inteligentes, disparos, chorros sangre y montañas de muertos que vuelan despedazados entre el humo y la metralla, avanza triunfante el bien. Ellos saben que si siguen al pie de la letra esta fórmula garantizan una taquilla que haría palidecer de envidia al más astuto de los productores de Hollywood. Los chorros de sangre se transformarán en chorros de petróleo que a su vez se convertirán en montañas de dólares que harán las delicias de Bush y sus convidados cuando se bañen, cual rico Mc Pato, en el abultado tesoro del Primer Gran Gobierno Absoluto del Planeta Tierra.

Lo único que deben hacer para conquistar este glorioso sueño americano es seguir, como vienen haciéndolo, al pie de la letra las siguientes premisas de las malas películas de acción. Me refiero a:

1. Personajes
2. Conflicto
3. Desarrollo y solución del conflicto

1. En cuanto los personajes. Son imprescindibles los buenos y los malos.
Medio buenos y medio malos no sirven. Buenos y malos deben identificarse con facilidad.

• Los buenos, para todas las épocas de mal cine gringo, son los mismos. Rubiecitos, blanquitos, lampiños, de traje azul oscuro, camisa azul pálido, corbata de seda oscura y pulcros zapatos negros. Asumimos que huelen rico, a limpio, porque cada vez que pasan por la pantalla dejan una estela de exquisito aroma que enloquece a las, siempre tontas, mujercitas que los acompañan. Dentro de estos hombres buenos suele incluirse a un negro. Uno es suficiente, dos negros aceptable, tres negros sólo en circunstancias extremas, por ejemplo cuando es imprescindible una traición de último momento, caso en el cual el tercer negro se convertirá en el sapo traidor. Más de tres negros en el bando de los buenos ¡jamás! (¿qué tal que el espectador llegue a pensar que "todos los negros son buenos"?, eso sería, aparte de mentira, fatal).

Comen hamburguesa, toman Coca-Cola con mucho hielo, se movilizan en carros muy costosos, cuentan con armas ultra modernas, usan sofisticados sistemas de comunicación y, en todo momento, al fondo de la escena ondea una bandera azul y roja llena de estrellitas blancas, a la que suelen hablar y jurar amor eterno. Los buenos, claro está, son los gringos.

El líder de los buenos es el hombre más bueno entre los buenos. Tiene que ser blanco, cincuentón, rubio, con algunas canitas, de ojos claros, sonrisa perfecta y un corazón que no le cabe en el pecho. Es sabio. Aún en los momentos más críticos de la película mantiene la ecuanimidad y, sobre todo, la decisión de cuidar del bienestar mundial por encima de cualquier cosa, inclusive sus intereses o afectos personales. (Ej.: está dispuesto a intercambiarse por los rehenes que toman los malos; aunque los malos amenacen con asesinar a su pequeño hijo, que raptaron en una fiesta infantil donde además acribillaron a cinco niños que jugaban felices, acuchillaron a las tres abuelitas que los cuidaban y ahorcaron a dos mujeres embarazadas, el líder bueno no acepta el chantaje. Si van a matar a su hijoŠ ¡que lo maten! Pero él jamás cederá a las pretensiones de los malos, porque eso sería igual a entregarle el dominio del mundo a los más salvajes entre los salvajes). Estos buenos, como ya se dijo, funcionan para cualquier época de la película, siempre son los mismos.

• Los malos, según la época de la película, cambian de color. Pueden ser:

• Los amarillos: se caracterizan por ser de color amarillo, bajitos, con los ojos rasgados y malos como ellos solos. Capaces de torturar a los buenos con palillos de bambú que les clavan entre las uñas. Aunque nunca se les entiende lo que hablan se sabe lo que piensan: torturar y luego matar al gringo bueno porque sí, porque ese es su objetivo en la vida. Pese a que en la realidad estos insignificantes amarillos sacaron corriendo a los blancos buenos, con ellos la industria del cine confirmó que "perder es ganar", pues han dado para cientos de taquilleras películas en las que se logra lo que en la vida real no se pudo: que los gringuitos acaben con la plaga amarilla. Ideales para películas de los 60s, 70s y hasta comienzo de los 80s.

• Los rojos: se les conoce como tales por el color rojo vulgar de su bandera. Son de tez blanca, medio rubios, barbados, estuvieron empeñados en joder al mundo entero con tal de imponer la bandera con la hoz y el martillo en toda la tierra dizque para lograr la igualdad. Eso es falso. Para lo único que son iguales es para tomar vodka y mantenerse borrachos. Jamás se les ha podido entender lo que dicen porque se mantienen borrachos y hablan un idioma lleno de consonantes que es horrible. Se sabe que en su época de gloria desayunaban con niños recién nacidos.
Aunque el cuentico de la hoz y el martillo fue aplastado por los buenos, aún se les utiliza como malos que si antes defendieron la hoz y el martillo con su vida, ahora, con el mismo entusiasmo defienden el billete que ganan traficando con artículos de primera necesidad para su pueblo. Últimamente también participan como traficantes de drogas. Son una plaga. Funcionan en películas desde 1915 hasta nuestros días. Se recomienda utilizarlos, después del 80, sólo como perversos traficantes o traidores que venden armas nucleares a otros malos para acabar con los buenos.

• Los café oscuro: pelinegros, de ojos negros, ruidosos, borrachines y viciosos, incapaces de pronunciar una palabra correcta en inglés distinta a cocaína. Provienen de Sur América, en especial de Colombia, pero como el público no capta ninguna diferencia todos pueden hablar como mexicanos, eso es lo de menos. Enfundados en camisas de colorinches con dibujos de palmeras de todos los tamaños, caminadito provocador y llenos de oro, funcionan muy bien como malos. No es sino que aparezcan en la pantalla para que el público sepa que son capaces de matar hasta a la propia madre, son verdaderamente malos porque envenenan con drogas a los buenos y, además, se llevan los dólares para su país. Se pueden utilizar en películas desde los años 60s hasta el 2003. Si la película es de los 60s deben hablar de Marijuana, en lugar de Cocaína, y si es después del 2000 pueden vincularse con cualquier tipo de droga y cualquier actividad ilícita. Inclusive se pueden utilizar en la combinación droga & terrorismo, funcionan muy bien. Sin embargo, no se recomiendan para una película en la que se declare una guerra mundial, no sin antes acabar con otros peligros.

• Los peludos de turbante: Son el último grito de la moda. De color más bien oscurito, tienen el cuerpo y la cara llenos de asquerosos pelos negros que les salen por todas partes, sudan inmundo, se visten con unos batilongos largos hasta los pies y, lo que es peor, se comunican en una lengua, que ni idioma será, de la que sólo se entiende en medio de un enredo de jotas: ¡alaj!, ja, majtaj, nijño ja, por alaj, mataj hjombrej buenoj y luegoj mataj humanidaj tambiéj porj alaj! ¡Mataj, mataj, mataj!

Mantienen las patas sucias, llenas de polvo, porque, además de vivir en tierras desérticas, son cochinos. Rezan y rezan, pero nadie les cree, porque luego ¡hacen unas maldades! Pelean por cualquier cosa: porque les quitan la tierra, porque no les respetan la religión, porque quieren mantener su cultura, mejor dicho no se les puede decir qué bonitos ojos tienen, porque de inmediato pegan el grito de ¡alajaj!, y pal' carajo con el que esté adelante.

 


 

Los buenos siempre dicen que estos malos tienen armas poderosísimas, sin embargo, ellos las mantienen muy bien guardadas, nunca las muestran. Si acaso se les ve un fusil viejo y piedras que usan como fieras. Aunque no se les entiende nada de lo que dicen se sabe que son malos, remalos. Son capaces de hacerse matar por cualquiera de las causas que promueven: religión, patria, cultura. Aunque la gran mayoría vive en la pobreza y el atraso sus tierras son las más ricas del mundo en petróleo, con eso friegan a los buenos. Se utilizan en cualquier época, pero garantizan taquilla plena desde los 90s hasta nuestros días. Son los ideales para declarar una guerra mundial. Por tanto han sido escogidos por Mr. Bush como sus coprotagonistas.

2. El conflicto
Es lo de menos. Se inventa a partir de cualquier elemento. Algunos ejemplos que pueden ser útiles:

• Conflicto particular que pone en riesgo la nación. Los malos y el niño. Los malos de la película, como son tan malos raptan a un niño para obligar a su padre, que es un hombre muy bueno, a entregar la clave secreta que les permitirá hacerse a una poderosa arma con la que podrán dominar al mundo.
Esta clave sólo la conoce el padre del niño porque es lo suficientemente bueno como para utilizar el arma en el momento correcto. Es decir, cuando se deba atacar, como medida preventiva, a los hombres malos. En cambio los hombres malos, que como todos los malos también son brutos, bestias, quieren la poderosa arma para destruir el mundo. Sabemos que son brutos porque a ¿quién se le ocurriría destruir el mundo para dominarlo? ¿Qué van a dominar si han destruido todo? Ah, pero es que así son los malos y no hay manera de convencerlos de que lo mejor es que el papá del niño tenga el arma y domine el mundo, porque él sí sabe que es mejor mantener mucha gente viva.
Se recomienda utilizar este tipo de conflicto cuando no se trata de declarar una guerra mundial, pero sí de lograr que las mujeres acompañen a los esposos a la película.

• Conflicto por salvar a la humanidad de un peligro que sólo entiende el líder bueno.
El líder bueno sabe que el líder malo tiene en su poder una peligrosa arma que en cualquier momento puede utilizar para destruir a la humanidad. Aunque el líder bueno tiene armas de esa misma naturaleza, muchas, muchas, se preocupa porque el malo tiene esa arma. Una cosa son 80 ojivas nucleares en manos del bueno, que sólo las usará para acabar con la maldad, y otra una ojiva en manos del malo que segurito la va a usar para acabar con los buenos.
Ante esta situación el líder bueno intenta convencer al mundo que hay que obligar al malo a entregar esa arma. Nadie le cree. El líder bueno que respeta a la Confederación de las Naciones del Mundo, CNM, espera con gran paciencia que obliguen al malo a entregar el arma. La CNM, inepta como siempre, dice que hay que darle tiempo al malo para que entregue el arma, si es que la tiene, porque según sus investigadores no la han visto por ningún lado. Al líder bueno, por una vez, se le salta la chispa y resuelve no esperar nada de nada. Es el único que comprende el inminente peligro que se cierne sobre la humanidad. Ante el riesgo de un peligroso ataque que sólo él y nadie más que él comprende, se ve obligado a salir en defensa de la humanidad. Desempolva unas de sus 80 armas nucleares (igualiticas a la que tiene el malo, aunque el sólo posee una) y pide el sacrificio de sus tropas para que se avienten sobre el territorio del líder malo. Se declara la guerra.

• Conflicto por amor del hijo al padre.
En el pasado el líder bueno y el líder malo estuvieron en el mismo bando. Es decir en el de los buenos. Esto ocurrió cuando debieron combatir a otro malo, sucio, cochino que obligaba a su gente a rezar y rezar sin descanso. Entonces el malo fue bueno porque ayudó a combatirlo, pero luego se volvió malo, muy malo porque resolvió no hacer lo que le ordenaba el bueno. En esa época el bueno era el papá del líder bueno actual y aunque éste resolvió declarar la guerra al que se convirtió en malo no pudo derrotarlo. Por eso ahora al líder bueno, por el amor a su padre y por la seguridad de que el malo es muy malo, no le queda otro remedio que declarar la guerra al malo. Se inicia la guerra.

• Conflicto por el reto del eje del mal
Los dos edificios más grandes de la nación que gobierna el líder bueno son derribados por un par de aviones. No hay duda de que fue un acto cometido por los malos que habitan en un país donde apenas han vivido en guerra los últimos 30 años. ¿Las pruebas? Obvias. Como los malos además de malos son brutos, grabaron un vídeo donde decían cómo iban a tumbar las torres y se morían de la risa haciendo ¡pumj!, ¡Pamj! ¡pumj! En los aviones iban tres o cuatro personajes de los que siempre se sabe que son malos, mejor dicho, oscuritos, pelinegros y cochinos. Y, la prueba reina: tomaron clases de aviación. Eso es un delito en cabeza de los malos. En cabeza de los buenos, un derecho para poder moverse de un lugar a otro. Al líder bueno no le queda más remedio que atacar al país donde viven los malos, cambiar el gobierno que apoyaba a los malos, gobierno que los buenos habían ayudado a imponer y descubrir que allí mantenían a la población en un atraso espantoso. ¡Oh, horror! Luego de miles de muertos, de esos que no le importan a nadie, sin haber podido capturar al cabecilla de estos malos, el líder bueno en su infinita sabiduría se pilla un detalle que nadie había notado: el cabecilla de estos malos usa turbante igual que sus vecinos de territorio que están sentados encima de un océano de petróleo. Así el líder bueno confirma que el líder malo y el cabecilla de los otros son iguales de malos, por eso usan turbante y hablan enredando la j. Existe un eje del mal al que es imperioso aniquilar. Es así como no le queda más remedio que declararle la guerra al líder malo y de paso tratar de hallar al cabecilla de los otros malos. Se declara la guerra.

Los tres últimos tipos de conflictos usados individualmente dan para una gran mala película de acción. Ahora, si se quiere una película que reviente las taquillas se recomienda mezclarlos. De lograrlo se garantiza éxito total. El resultado no dejará mover de sus sillas a los espectadores sobre vivientes.

3. Desarrollo y resolución del conflicto

En el caso de los malos y el niño, un hombre bueno y muy valiente, luego de asesinar a miles de malos, hombres, mujeres, ancianos y niños, emerge entre el humo cargando al niño que ha sido rescatado.

En el caso del Conflicto por salvar a la humanidad de un peligro que sólo entiende el líder bueno.. Se ignora la opinión de la Confederación Mundial de Naciones, y sólo por la infinita generosidad del líder bueno se le dan 48 horas al líder malo para que se esfume junto con su repugnante familia del territorio petrolero que habitan. Como el líder malo se niega a desaparecer, el bueno ordena lanzar una poderosa bomba, igualitica a la que tiene el líder malo, sobre la capital del país del malo y se borra toda esa asquerosa población de la faz de la tierra.

En el caso del conflicto por amor del hijo al padre. Luego de pedir la bendición del padre y de recibirla de rodillas, el líder bueno oprime el botón que lanza una bomba inteligente dirigida al cuartel del líder malo y se borra toda esa asquerosa población de la faz de la tierra.

En el caso del Conflicto por el reto del eje del mal Se lanzan dos poderosas bombas, igualiticas a la que tiene el líder malo, una sobre la capital del país malo y otra sobre la capital del país que alberga a l cabecilla malo. Se borra toda esa asquerosa población de la faz de la tierra.

En el caso de que se combinen los tres últimos conflictos, el líder bueno ignora la opinión de la Confederación Mundial de Naciones, y sólo por su infinita generosidad le da 48 horas al líder malo para que se esfume junto con su repugnante familia del territorio petrolero que habitan. Como el malo no obedece no queda otro remedio: pide la bendición del padre y con lágrimas en los ojos ordena lanzar 30 bombas sobre el territorio ocupado por los malos, sus vecinos, y los vecinos de más allá. 25.000 hombres y mujeres disparan durante días y noches sobre las poblaciones que, de manera patética, pretenden derribar a punta de piedras los aviones. El espectáculo nocturno es conmovedor, las ráfagas de balas se ven cual fuegos artificiales contra el cielo del eje del mal. Los hongos que producen las ojivas nucleares son hermosos, hermosos. El mundo del bien ve la transmisión en directo vía satélite por televisión. Las familias, fundidas en un terno abrazo, sollozan de emoción cuando el líder bueno aparece en Tv, vestido en impecable traje de campaña, para dar el parte de victoria luego de semejante pelea tan reñida.

Fin de la película. Suena música triunfal. La bandera de Estados Unidos ondea a media asta, el líder bueno, muy compungido cubre con una bandera un ataúd donde va el cádaver de su mejor amigo, único hombre bueno, fallecido en la operación. Dice unas breves, muy breves palabras porque las lágrimas no lo dejan casi hablar, con las que implora a Dios porque el sacrificio de su amigo del alma haya valido la pena y jura, ante su bandera, proteger por siempre y para siempre al mundo de los buenos de los terribles malos.

Al fondo, detrás de un árbol, unos ojos muy oscuros siguen la escena. El líder bueno luego de besar a la viuda del soldado levanta la mirada y descubre que los ojos oscuros que lo miran fijamente son los de un malo que lo mira con profundo odio. Se trata del único malo que ha sobrevivido, este lanza un espantoso grito de ¡ajaja, ya la pagjará! y se esfuma antes de que los organismos de seguridad alcancen a atraparlo.

Y así, por el momento, esta guerra de película habrá llegado a su fin.

Yerbabuena, Marzo 18 de 2003

 
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