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Ventajas de Colombia si no clasifica al mundial
Nicolás Samper

Ya es una perogrullada hablar de que los números no cierran y que Colombia no suma mientras que sus demás rivales sí lo hacen. Por eso, previendo la agudización de la hecatombe, es bueno darle una nueva mirada a nuestra realidad. Hay ventajas que no hemos mirado y que hay que contemplar al estilo de “Plan de prevención de desastres”, dado el caso de que no clasifiquemos a Alemania. Empecemos:

La capacidad laboral de las oficinas estará al 100% ya que nadie tomará como excusa que “juega la selección” para empezar a hacer roña, llenar de colgandejos y guirnaldas las oficinas, sacar panderetas hechas con tapas de Coca Cola que sobraron de la novena de aguinaldos, tocar trompetas de plástico desafinadas y darle calvazos al jefe (media de aguardiente encima y resentimiento unidos, por supuesto) con la excusa de que “el cojo” Arriaga venciera a van der Sar en el último minuto de juego para que Colombia clasificara a octavos.

La patanería oficinística se verá aplacada por corderos que estarán tranquilos trabajando, rumiando seguramente por dentro por los malditos juegos perdidos en casa por los de Maturana y le darán importancia en ese momento a pendejadas varias como la suerte de Santa Fe en los cuadrangulares y los cara a cara de Protagonistas de Novela de ese futuro no muy lejano.

Tampoco habrá atarvanes que, en la víspera, durante y después de un juego mundialista, se agazapen entre los árboles con una manotada de Maizena que siempre termina dentro de los ojos del afectado, que tiene que esperar como tres días para sacarse el engrudo que se crea con el polvo alimenticio y las lágrimas. Ni hablar cuando de Huevos Oro se trata...

Ya el escalafón de la FIFA no será el tema mensual para ver cuánto bajó o subió la selección del alma. Este Dow Jones futbolístico y “criollizado” a nuestra manera, dejará de ser un elemento primordial y el evitar verlo, dará lugar a actividades más loables como revisar los formularios del predial, hacer cuentas del valor del seguro obligatorio del carro y evaluar el presupuesto anual de la casa.

 

 

Para aquellos que pensaban viajar hacia Alemania por Frankfurt, puerto aéreo del país teutón: aparte del ahorro que significa no comprar un pasaje, los alegres turistas de nuestra patria no enfrentarán a los miembros de la policía aeroportuaria de esa ciudad. Las últimas veces que viajaron colombianos en patota para comer salchichas y tomar cerveza (¡plan más zanahorio que ese no hay!) salieron deportados, sin equipaje y con el recuerdo del guante de látex de una agente policial, que parecía de la SS. ¿Imagínese que llegaran ataviados con el uniforme de la selección? Los tratarían como una nueva célula de “hooligans” que arma disturbios con un poncho y una réplica de “chiva”.

Pero devolvámonos a nuestro entorno. La piratería, que deja sin empleo a muchos compatriotas según lo afirma don Marito Aranguren de la DIAN, se extirparía como cáncer chiquito de los sardineles, andenes y calles de Colombia pues nadie tendría la cachaza suficiente para adquirir a un módico precio camisetas marca “Rotto” o “Lutto” simplemente para sentirse identificado por la causa. Al no haber causa, no hay propaganda que valga.

Los especuladores de cada cuatro años, que usurpan el mercado negro de láminas del álbum oficial del mundial tendrán que saber cañar a la hora de vender “monas” a las bondadosas señoras que estaban convencidas que los cromos de Colombia eran los más difíciles y que llegaban con la sonrisa en la boca a mostrarle a los hombres de la casa que tenían la estampa del “Pibe” Valderrama, una de las más fáciles del compilado.

Esas señoras también sabrán (a pesar de que a veces confundan “árbitro” con “arquero” o “Maturana” con “Maradona”) que Colombia no clasificó y que por eso no hay que comprar las viejas foticos de Higuita o de Perea en la 90 con 15 o en el centro, pues esos ya no juegan el mundial. Pobres los vendedores que hacían esta triquiñuela vendiendo las láminas más fáciles a incautos que pagaban un valor exagerado. Muy al estilo del primerizo que, inocente, paga fortunas por comer ostras en Islas del Rosario, un lugar donde abundan estos frutos de mar. (Lo hablo por experiencia. Los dos casos los he vivido)

Obviamente si no llegamos a la cita ecuménica encontraremos placebos como el gran premio de fórmula uno en Hungría o el juego de las estrellas con Cabrera o Rentería, o en el peor de los casos “Sábados Felices”, suplementos vitamínicos muy flacos pero que sirven de todas formas. A veces el “Flaco” Agudelo puede ser menos patético que nuestra realidad futbolística.

Yo espero que las cosas cambien y que las cuentas se arreglen en la eliminatoria para que este documento pueda ser arrojado a la basura como la equivocación de un columnista, enceguecido por el momento tan difícil que atraviesa la Selección Colombia. Confío que el futuro me cobre esta cuenta y me muestre lo equivocado que estuve cuando me senté frente al computador a escribir esto. Sería feliz.

*Nicolás Samper Camargo ha escalado la pirámide laboral en forma inversa. De codirector de un periódico (Nor Gerper) ha pasado a ser un prístino lacayo de los medios de comunicación. Ha pasado por redacciones disímiles (El Tiempo, MeQuedo.com y Futbolred.com) y aunque goza de la reportería, prefiere quedarse encerrado en su casa como lo hacía uno de sus ídolos, Lucas Caballero "Klim".

 

 
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