Me
eché medio tarro de gel en la cabeza y salí del
baño, me sentía muy orgulloso de mi peinado “lambido
de vaca”; la verdad es que en ese momento todo en mi vida
me hacía creerme que yo era lo máximo. Con ese aire
de superioridad salí de mi casa, casi sin despedirme, cogí
un taxi y me fui directo a la 82.
Mi
primera parada fue como siempre Frozen, en donde me compré
el popular “Avion”. Me lo tomaba rápido, con
total convencimiento de ser mejor que los demás por hacerlo.
Ahí en Frozen me encontré a mis amigos. El que vivía
en Niza ya casi no andaba con nosotros, ya que se había
convertido al metal, andaba con camisetas de Slayer y Anthrax
y se juntaba con los metaleros de Niza. Yo personalmente, después
de la debacle del rock en español si alcancé a caer
en el final de la ola hardrockera, oía Poison y Bon Jovi,
me puse chaquetas de cuero, y pañoletas en la cabeza, y
quería ser igual a Johnny Depp en 21 jumpstreet pero hasta
ahí; sin embargo en Niza la corriente metalera era fuerte,
y terminó arrastrando a nuestro amigo. Mi otro amigo, el
del mechón, seguía siendo el más pinta y
cuidándose mucho el pelo pero ya no usaba mechón
(¡uy no que tal!!). Ahora tenía el pelo más
o menos largo, como en los cachetes, y todo el día se lo
echaba para atrás con las 2 manos lo cual parecía
ser el sex –appeal ya que era el que más levantaba
de todos nosotros.
Y
es que en esa época lo único que interesaba era
levantar no importa que hubiera que hacer. Las fiestas(que en
esa época abundaban, uno podía conseguir dos o tres
fiestas por fin de semana) eran una excusa para levantar y las
niñas no eran más que blancos a conquistar en una
sola noche, porque además no había tiempo de grandes
y largas conquistas, en seis o siete horas había que lograr
un beso de la niña, cualquier otra cosa era un premio extra,
pero en ese momento básicamente lo que se buscaba era la
popular “rumbeada”. Existían distintos mecanismos
para lograr el objetivo, pero sin duda todos hacían alusión
a lo estético. Era por esa razón que el House, (aquella
música que tenia su origen en Europa, y que sacaba su nombre
precisamente de la posibilidad de hacerla desde una casa cualquiera
si se tenia un computador apropiado para hacerla) tenia tanta
acogida entre nosotros, aunque había algunos a los cuales
de verdad les gustaba la música, lo cierto es que el ser
un buen “housedancer” daba muchos puntos entre el
personal femenino de la época.
Era
precisamente por eso, por su gran éxito entre las niñas
que el House era sagrado en cualquier fiesta de la época,
era casi un ritual de apareamiento cuando arrancaba la tanda “housera”
y tanto niños como niñas hacían una inmensa
doble fila de 10 o 15 personas para mover divertidamente las manos
hacia el frente (como tratando de atrapar algo) y cruzar en zig-zag
las rodillas al compás de canciones de Black Box, Technotronic,
o Snap.
Pero
algunos no éramos grandes bailarines de House y teníamos
que buscar otros métodos para levantar. Fue entonces cuando
a principios del año se nos ocurrió armar una miniteca.
Y así los fines de semana nos gastábamos la plata
que nuestros papás nos daban (que era mucha) y la usábamos
para comprar strobers, luces de colores, bolas blancas, y manguera
intermitentes. Así nació "The Jungle Minteca”,
el nombre, obviamente, en una especie de contradicción,
salía de nuestro gusto por Guns n’ Roses, o sea una
miniteca housera sacaba su nombre de un grupo hardrockero. Pero
eran errores que la época permitía.
Sin
embargo el nombre The Jungle jamás nos terminó de
llenar por lo que se lo cambiamos a Splash Miniteca, inspirados
en la famosa discoteca que quedaba en la 116. Ante la poca acogida
que tuvo en el personal femenino, decidimos cambiar una vez mas
el nombre y basarnos en el ala radical del House el Acid House
del cual yo tenia un par de cassettes, y ponerle el nombre Acid
Miniteca. Así, la noche en cuestión Acid Miniteca”
daría, sin saberlo, su úlltima fiesta para la juventud
bogotana.
Me
tomé el Avion y le pregunté a mi amigo el pinta:
- ¿Y las cosas de la mini?
- Ya las llevo Nacho, mas bien apúrele, demos una vuelta
a ver quien esta en Kaoba y vámonos que quedamos de estar
allá alas ocho.
- Listo.
De Frozen a Kaoba había dos cuadras. En ese recorrido nos
encontramos unas veinte personas, y es que saludar era un importante
ritual que casi daba puntos, en la carrera por tener status. Todos
parecíamos uniformados: chaquetas Náutica, camisas
Tommy de muchos colores y pantalones color mostaza. Era un espectáculo
multicolor, en una 82 llena de gente que vivía su cuarto
de hora.
Después
de la saludada de rigor nos fuimos a la fiesta con dos Aviones
encima. Antes de llegar paramos en una licorera donde compramos
cervezas Budweiser cigarrillos Dunhill mentolados, y cajas de
dulces gringos para regalar a las niñas.- es que esta vaina
que hizo Gaviria es una berraquera, ahora uno puede conseguir
las Budweiser en cualquier sitio, o, por ejemplo, ayer pase por
un semáforo y conseguí Snickers, Snickers ¡en
un semáforo!- dijo uno de mis amigos emocionado como todos
los de mi generación por las nuevas políticas aperturistas
del momento.
Era
en una fiesta en un salón comunal por Unicentro y cuando
llegamos Nacho tenía casi todo listo, menos la bola de
colores ya que al tratar de ponerla había dejado sin luz
a medio conjunto.
-
Nacho hermano, otra vez?
- No me joda que ya casi tengo el problema solucionado
- Apúrele que ya debe estar por llegar la gente .
- Además hoy toca lucirnos porque vienen Los
Mempiros*
|
Las
niñas que iban llegando nos preguntaban “ustedes son
los de la discoteca?" y uno en ese insoportable tono que se
manejaba para todo, decía que sí; eso nos ayudaba
para lo que vendría más adelante en la noche. Todos
estábamos preparándonos para ver a nuestras víctimas:
analizábamos, mirábamos antecedentes, criticábamos
y hasta apostábamos, mejor dicho: hablábamos de lo
mismo que durante toda la semana ya que era el único tema
que interesaba
Yo
era el encargado de la música , así que mientras ponía
alguna canción de 2 Unlimited esperaba que alguna niña
me viniera a pedir alguna canción de C+C Music Factory y
entonces empezaba el ritual de todos los fines de semana. Pero esa
noche no iba a ser igual. Acaba de poner una canción en la
grabadora de cds que teníamos como equipo cuando la vi entrar.
Siempre he tenido buena memoria y difícilmente olvido una
cara, menos esa. Por alguna extraña razón tres años
después ese encuentro instantáneo en aquella fiesta
no se había desvanecido como cualquier capricho, y de pronto
¡zaz¡ Carolina entraba por la puerta. Me quedé
mirándola a los ojos esperando ingenuamente que hubiera algún
contacto visual que permitiera a la niña reconocerme y saludarme.
Sobra decir que eso jamás paso...
-
Ella llego con los demás Mempiros, uno de ellos le aplicó
un tremendo beso en la entrada, y le pude leer los labios cuando
le dijo “ te amo”. A pesar de haberla visto cinco minutos
en mi vida ese cuadro me dio más duro de lo que yo pensaba.
Estaba claro que era muy complicado acercarme a ella, así
que seguí poniendo música, sin quitarle de encima
la vista a ella quien obviamente ya no tenía su mechón
Alf, ni su saco Benetton; ahora tenía un body azul con el
que se veía aun mejor, se le notaba a leguas que los tres
años le habían sentado para bien. Entonces los Mempiros
se hicieron en la mitad de el salón y empezaron a bailar.
Ella emocionada ayudaba a hacerle barra a su novio, un rato después
el novio le dijo algo al oído. Acto seguido ella vino hacia
la cabina del discjockey y me dijo: “Oye tienes algo de Black
Box, es que me la pidieron allá.”
- Sí, ya lo pongo - le dije.
- Gracias- me contestó dándose la vuelta.
Entonces entendí que era ahora nunca algo tenia que decirle
y entonces todo volvió a empezar:
- ¿Y a ti te gusta Black Box?
- La verdad yo odio el House, pero a mi novio le gusta y pues bueno..
ahí lo oigo por él –me contestó sin muchas
ganas.
- ¿ Entonces que te gusta?- le pregunté decidido y
nervioso.
- Eee no se.... el rock- me contestó totalmente consciente
de que yo le trataba de armar charla- pero como a mi novio no le
gusta tanto entonces no he vuelto a oír.
Capté entonces que las reiteradas alusiones al novio además
de ser producto de la gran idolatría que ella le profesaba,
también eran una forma de decirme que ella tenia novio, que
no estaba disponible y que no la jodiera mas. Pero entonces yo decidí
quemar todos mis cartuchos ya que no tenía nada que perder.
-
Yo a ti te conocí hace un par de años en una fiesta
en Niza, llegaste ahí con tu hermano...
- ¿Tú conoces a mi hermano?- me dijo en un tono tenso-
Le toco irse de Bogota hace como dos años porque aquí
ya lo tenían muy amenazado, de hecho le hicieron un graffiti
donde le decían que lo iban a matar... claro que él
de macho se ponía a fumar al frente del graffiti- dijo y
se rió. Entonces por fin se relajó.
- Oye, a mí tampoco me gusta el House- le dije buscando afinidad
- ¿ Entonces por qué tienes esta miniteca?
Me cogió tan fuera de base que solo pude atinar a reírme.
- ¿Para levantar verdad? Ustedes los hombres todos son igualitos,
mi novio también hace todos esos bailes para tener a todas
las niñas locas por él y el cree que no nos damos
cuenta. Pero no me importa, él es lindo. Oye ... ¿Te
gusta la política?
- Pues no mucho ¿Porqué?
- Es que estamos metidos con mi novio haciéndole campaña
para el senado a Andrés Pastrana, si quieres ir el otro fin
de semana, te esperamos, es súper chévere, siempre
hay fiestas y grupos de rock, es que él es el candidato de
los jóvenes.
- Bueno de pronto paso por ahí... le dije emocionado.
Pero entonces en ese momento, buscando descrestarla, cometí
un error garrafal, para tirármelas de romántico decidí
arrancar la tanda de merengue. Empecé con De tu Boca de Juan
Luis Guerra, el artista que lograba derretir cualquier niña,
desafortunadamente, ella no fue la excepción:
- ¡ Ayy divino! esa es la canción de Andy y mía,
ahora hablamos voy a ir bailarla con él.
Y se fue a idolatrar otro rato a su novio, entonces yo duré
una hora mirando la forma de hablarle de nuevo incluso le dije a
Nacho que se encargara de la música mientras yo echaba paso
un ratito.
Pero la situación se empezó a poner tensa, uno de
los Mempiros le tenía ganas a otro man que había ido
a la fiesta por la novia del primero, entonces después de
un rato, la cosa se puso ruda hasta que vino la consabida pelea
afuera que más que una riña era una serie de empujaderas
entre los dos protagonistas mientras que la niña en cuestión
lloraba como histérica y hacia un show para hacerse notar
pero en el fondo disfrutaba que se dieran en la jeta por ella, hasta
que pegaba un grito de altos decibeles: ¡Andrés no
más¡. Entonces la pelea se calmaba, cada quien se iba
para un lado. Los amigos lo abrazaban, lo convencían que
dejara la cosa así, y todos pa’ su casa, siendo los
mejores amigos lo cual demostraba lo bullosos pero lo cobardes que
somos los bogotanos.
A pesar de que no paso nada, los Mempiros y sus novias se fueron
después de eso... así que una vez más mi niña
misteriosa desaparecía...... una vez mas. Yo fui a lo de
Andrés Pastrana pero no la vi allá, la época
housera empezó a acabarse, no supe más de los Mempiros
y mi amigo Nacho se robó las luces y se fue a vivir a Sasaima,
así que la miniteca murió. Esta niña no dio
señales de vida por un tiempo, sin embargo yo era un man
tan imbécil en esa época que ni eso me importó...
*Los
Mempiros fueron una especie de grupo que apareció en esos
años los cuales eran famosos por tener en sus filas grandes
bailarines de house, de hecho dos de ellos bailaban en las fiestas
de prom que hacia “The Best Megafiestas” era el combo
mas famoso de bogota en el año 91 y hacer parte de los Mempiros
era un privilegio que no muchos tenían. Regresar.
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*Manuel
Francisco Carreño es el verdadero nombre de Brando Maya,
gestor de innumerables y fallidos proyectos individuales y en colectivo,
entre los que se cuentan El Utensilio, Morgan Records, Paréntesis,
Poliarquía F.C. y Situación Crónica. Hoy es
codirector del espectáculo radial La Silla Eléctrica.
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