“Señoras
y señores nosotros tenemos más influencia sobre
sus hijos que tú tiene, pero los queremos. Creado y regado
por Los Ángeles !!!JUANAS ADICCIÓN!!!!”
La
voz de aquella latina, con serios problemas de gramática,
retumbaba por todo el bar, era como el grito de guerra , y todos
nosotros los soldados dispuestos a entrar en batalla, respondíamos
de cualquier manera: gritando saltando, cantando, o pogueando.
Y es que esa medio incoherente frase en un español que
dejaba mucho que desear era el intro de Stop de Jane’s Addiction,
uno de los grandes himnos de aquellos bares “alternos”,
que tan importantes fueron en la vida de toda una generación
de bogotanos. Y es que a finales del año 92, y principios
del 93 mi generación se consolidó como una generación
“alterna” y nos tomamos los bares de la época
Transilvania, Florhisteria y la Membrana. Aquellos jóvenes
que hace solo 2 años no salíamos de discotecas como
Massai, y vivíamos en fiestas llenas de música por
computador, estábamos empezando a sufrir un cambio...
El
inmenso movimiento mundial de grupos de rock con propuestas serias,
que aquí mal llamamos “grupos alternativos”
empezó a tener muchos adeptos en Bogotá. De pronto
empezábamos a dejar de ser tan banales y nos la empezamos
a tirar de existencialistas, la mayoría de edad en muchos
de nosotros nos empezó a poner en otro contexto, a hablar
de cosas mas serias, a empezar a preguntarnos acerca de todo lo
que teníamos, a conquistar a las niñas no bailando
House, sino analizando la letra de algún tema de Morrisey.
Las borracheras exageradas con cócteles de Frozen dieron
paso a los alucinógenos: la marihuana empezaba a ser protagonista
de primer orden en la historia de esta juventud. Los “housedancers”
murieron para darle paso a cientos de grupos que combinaban covers
de los Violent Femmes y los Pixies con algún tema propio.
Algunos de esos grupos siguieron adelante, pero la mayoría
murieron al año. Empezamos a ir a esa nueva generación
de bares, hijos de unos bares anteriores, como Barbie, Tvg y Vértigo.
Esos
bares eran como nuestra casa, llegábamos a ellos tipo 11:
30 o 12:00 de la noche ( en esa época no existía
la hora zanahoria) para salir a las 3:00 o 4:00 am y caminar tranquilamente
por las calles chapinerunas, sin ningún problema. Adentro
de los bares encontrábamos todo tipo de especimenes de
la fauna “alterna” bogotana. Por ejemplo los “grungeros”
(léase “groncheros”) aquellos personajes que
se engancharon en el 91 con Nirvana y todo el movimiento Grunge.
Creían que su barrio era Seattle, su película favorita
era Singles y se vestían de bermudas, botas y medias blancas,
y se dejaban el pelo largo con chivera para ser iguales a Eddie
Vedder el cantante de Pearl Jam. Encontrábamos también
la escuela gótica, encabezada por los hinchas de The Cure
o Souxie and the Banshees. En los hombres encontrábamos
émulos de Robert Smith, con el mismo peinado, maquillándose
igual los ojos, y con aquella camiseta que hizo historia en Bogotá,
con una foto de Smith agarrando en su dos manos un corazón
y mirando tiernamente a la cámara. En cuanto a las mujeres
encontrábamos las famosas “Morticias”, que
eran aquellas muchachas con el pelo liso negro, mucha base blanca,
pintalabios negro, y totalmente vestidas de negro. Eran las de
mayor éxito dentro de los bares, de hecho muchas veces
terminaban de meseras en los mismos.
Pero a pesar de nuestra creencia de ser parte de una alternativa,
la moda nos golpeaba mas de lo que creíamos, en esa época
el peinado de moda era el famoso Beverly hills 90210 ya fuera
el de Dylan Mckay para los más intelectuales y el Brandon
Walsh para los más pintas. De hecho mi amigo el pinta usaba
el peinado Brandon y yo hacía mi mejor esfuerzo para tener
el peinado Dylan.
Y
es que esos vientos de moda y poses de la época anterior
no habían desaparecido, solo estaban escondidos en la nueva
moda, la moda “alterna”, término que era, por
demás un contrasentido. Todos seguíamos siendo ovejas
del mismo rebaño pero totalmente convencidos de que habíamos
salido de él. Sin embargo hubo muchas cosas a favor de
la época alterna en Bogota.
Primero, nunca más, hasta el día de hoy, los jóvenes
lograron tener como el sitio más de moda de la ciudad un
bar donde solo pasaran rock, rock del bueno, rock de verdad. La
cultura rockera en Bogotá, que siempre ha sido grande,
logró su cuarto de hora en ese momento ya que el rock se
había vuelto parte fundamental de la rumba. Además
nunca volverán a hacerse sitios con el ambiente que estos
bares derrochaban. La oscuridad rustica y subterránea llena
de dibujos de la Membrana, el inmenso galpón con la horca
en la mitad de Transilvania, y aquel ambiente sugestivo entre
oscuro y con luces alógenas de la Florhisteria; todo esto
acompañado de excelente música convirtieron a estos
lugares en legendarios para mi, y muchos que conozco…
Y fue precisamente en ese ambiente de la Florhisteria donde se
sucedió el tercer encuentro con Carolina. Discutía
seductoramente con una niña (que ya tenia encima como dos
aquellos famosos cócteles de colores que daban en la Florhisteria,
con nombres tan sugestivos como “Felipe va a la playa”
o Felipe va a la playa con los amigos”) acerca de como Faith
no More era una copia barata de los Red Hot Chili Peppers, y ella
me miraba entre idiotizada y maravillada, era cuestión
de minutos para lograr llevármela a aquellos cojines del
fondo, pero en ese momento mi vista se quedo quieta en un punto…
ahí estaba ella bailando como loca Blister in the Sun:
la cantaba con rabia, la saltaba emocionada, y cerraba los ojos
en el coro. Cuando empezó a sonar Mala Vida de Mano Negra
empezó a mover las manos fuertemente impidiendo que nadie
se acercara entre ella y su “semi-pogo”. Se veía
hermosa en sus pantalones a colores de rayas. Tenia el pelo inmensamente
largo, inmensamente chuto e inmensamente aplastado dividido en
dos. Estaba más flaca que de costumbre y tenia la cara
muy pálida.
Era
claro que ir en plan de seducción a hablarle era perder
el tiempo, ya que ella entraba en el grupo de las “rudas”,
no de las “caíbles” así que decidí
caerle por medio del baile, le dije a mi acompañante que
ya venía, y me fui a bailar King Kong Five. Disimuladamente
(o al menos eso creía yo) me le fui acercando , pero ella
me empujaba, no se si, aplicando las reglas del pogo o tratando
de quitarme del medio, después de varios intentos fallidos,
cuando mi intención era clara, ella desesperada me dijo:
¡¿perdón, quiere algo?!
Yo
no me asusté, era la típica reacción de una
ruda, así que me llené de “coolnes”
y le dije: “que pena es que me parece que yo te he visto
antes” a lo que ella contestó: “hermano, ¿No
tiene una excusa menos usada?”. En ese momento empezó
a sonar Lithium de Nirvana, y a pesar de la emoción de
los “grungeros” esta niña hizo mala cara y
dijo: “odio esa canción”.
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-Yo
también- contesté emocionado, y empecé a encontrar
un misterioso patrón de siempre hablar de rock con ella,
y siempre asentir en sus gustos…
- Me voy a ir a tomar un trago si quiere acompáñeme.
- Bueno listo, camine.
- Pero no vaya a creer nada, es sólo porque no se donde están
mis amigas, y me da mamera sentarme sola.
- como tu digas.
- ¿Y de donde me conoce supuestamente?
- Pues la ultima vez que te vi fue en una miniteca en La Carolina,
y estabas cuadrada con un Mempiro..... yo era el discjockey de la
fiesta.
- Ah ya me acuerdo, pero uy no..... que descache ese man era un
imbecil sólo pensaba en pendejadas, la verdad no lo he vuelto
a ver…
- También me acuerdo que estabas metida en la campaña
al senado de Pastrana.
- Sí, yo como he sido de hueva, si la política es
una mierda, yo no creo en ningún político, ni en nada
de esas cosas.
- Pero entonces ¿Si ves que no era mentira lo de que ya te
conocía?
Entonces le logre sacarle una sonrisa, aprobatoria para seguir la
conversación, en ese momento pude notar que mi amigo el pinta
apercollaba en el rincón de la sala de los cojines a la niña
que yo me estaba levantando anteriormente. La verdad poco me importó,
por fin esta niña parecía estar a mi disposición.
Hablamos por mas de dos horas, me contó que le gustaba escribir
cuentos de hadas, duendes y gnomos, me dijo que su grupo favorito
eran los Caifanes, que odiaba todo el Grunge y que le gustaba mucho
caminar por la ciudad, sobretodo si estaba lloviendo, ya que le
encantaba mojarse. Yo le dije que a mi me encantaban los Charlatans-UK
que sentía que la gente era demasiado materialista, que me
encantaba el cine y que había quedado fascinado con La Sociedad
de los Poetas Muertos, ahí los dos recitamos al unísono
“o captain my captain”. Entonces ahí le hablé
de que ya la había visto en una fiesta hace muchos años
que ese día me hablo de Soda Stereo y de Trátame Suavemente,
le conté que desde ese día me había encantado,
y que aún hoy en día oigo mucho esa canción.
Entonces
la miré a los ojos y le dije:- Todavía te gusta esa
canción?-
- Me encanta - me contestó con voz temblorosa.
Y así todo fue claro, le cogí la cara y le di un beso.
Me sentí el rey de la Florhisteria, de chapinero, del mundo.
Por fin lo había logrado, había algo en ella que siempre
me había tocado y finalmente ese algo se materializaba.
Nos
rumbeamos como una hora, al finalizar me le recosté en el
hombro y la mire con cara de enamorado, le cogí la mano y
le di otro pico. En ese momento aparecieron las amigas, y el gritaron:
¡¡Caro, nos vamos!!!, me miró y me dijo: -me
tengo que ir- yo emocionado le pregunté: ¿nos vemos
mañana?
- Veámonos aquí a las 11:00 te parece
- Fijo?
- Pues claro bobito fijo…
- Listo… -le dije sin pedirle datos de ninguna clase, separé
a mi amigo pinta de aquella niña quien a esa altura tenía
todo tipo de sustancias encima y me lo llevé. Nos fuimos
caminando por la Séptima contándonos nuestras respectivas
hazañas.
Al
otro día llegué muy tempranito a la Florhisteria,
a partir de las 11:00 empecé a esperarla, pasó media
hora y nada, conociendo el incumplimiento típico del bogotano
no me preocupé, la preocupación me empezó a
eso de las 12.30 cuando ella no aparecía, esa noche estuvimos
hasta las 3:30 de la mañana, y de ella ni rastros…
Volví
el otro fin de semana y nada, la semana siguiente recorrí
otros bares, nunca apareció, pregunté en todos lados
por una Carolina, y en todos lados me respondían: hermano
no tiene otro dato? Buscar una Carolina de 17 años de pelo
largo en bogota es como buscar un Andrés de 17 años
con el peinado de Dylan… Estaba perdiendo la esperanza cuando
un mes después me la encontré en Transilvania. Bailaba
con un tipo de muy poca presencia mientras se lo rumbeaba, parecía
feliz y se le notaba bastante trabada. Yo me quería morir,
cuando no pude más me le acerque y le cogí el hombro,
ella se volteó con rabia por la interrupción, duró
un par de segundos en enfocar y otro par en ubicarme.
- Ah quiubo - me dijo sin mucha emoción.
- ¿Qué te paso ese día? - dije claramente molesto
- ¿Que día?
- Ese día que quedamos de vernos.
Se empezó a reír, medio incoherentemente y me dijo:
- Mire ahorita hablamos.
- ¿Carolina que te pasó? ¿Por qué te
perdiste??? - le dije desesperado
Entonces el hombre que la acompañaba salió al quite
y se me puso al frente:
- Bueno ya, déjela sana pelao, o ¿qué va hacer??
Estaba tan bravo que ya le iba a contestar, entonces como por arte
de magia mi amigo el pinta apareció de la nada, y de un empujón
me quito de la vista de ellos dos, ya a varios metros alzó
la mano y le dijo al tipo:
- ¡! Fresco, fresco hermano todo bien!!
El tipo se calmó, en ese momento empezó a sonar Ministry
y se armó el pogo en donde la amorosa pareja se perdió.
Mi amigo pinta me miró y me gritó:
- ¿Usted es que es huevón? ¡Donde ese man lo
coja lo mata! ¿No le vio el tamaño? ¿Y lo peligroso
que es? Y seguro no vino solo.......
- Pero es que hermano, ¡yo solo quiero hablar con Carolina!!!
- le dije tremendamente descompuesto- decirle que el destino siempre
nos ha unido, que ella siempre aparece en mi vida en algún
momento.... que la pienso todo el día que me de una oportunidad,
que esa noche fue del putas que…
mi amigo me interrumpió, me miró a los ojos y me dijo
- ¿Huevón usted no ha captado ? los tiempos están
cambiando, los roles en la relación ya no son los mismos.
- ¿Qué? ¿De qué está hablando?
- Hermano, claramente a usted se lo rumbearon…
Esas
palabras a pesar de que me dolieron como pocas me han dolido, las
entendí claramente, y supe que mi amigo tenía razón…nos
fuimos de ahí para evitarnos problemas. Quedé destruido,
fue mi primera depresión grave, y eso generó mi primera
crisis existencial. Empecé a frecuentar los bares mucho menos,
me deprimía mucho yendo allá, pero eso sí,
empecé a tomar mucho, y fumar algo de marihuana, no tenia
rumbo, me empezó a ir mal en el colegio, nada me gustaba,
sentía que mi vida era una mierda, no entendía para
que estaba aquí, empecé a dudar de las instituciones,
de Dios, y obviamente del amor… se me agrió el genio
y me empecé a gastar mi plata en trago y en cd´s. mi
vida estaba cambiando, por primera vez sentía que nada era
tan fácil…
Con
el tiempo los bares fueron desapareciendo, uno a uno fueron cerrando,
algunos como Transilvania tuvieron hijos estilo Kaliman un bar que
empezó a descubrir las nuevas corrientes alternas estilo
Molotov las cuales adoptaron la generación que venía
detrás de nosotros. Pero ya nunca fue lo mismo. Y así
la época más representativa de todos aquellos que
nacimos entre el 74 y el 77 se fue acabando, de ahí para
adelante fue casi imposible volver a unirlos a todos.
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*Manuel
Francisco Carreño es el verdadero nombre de Brando Maya,
gestor de innumerables y fallidos proyectos individuales y en colectivo,
entre los que se cuentan El Utensilio, Morgan Records, Paréntesis,
Poliarquía F.C. y Situación Crónica. Hoy es
codirector del espectáculo radial La Silla Eléctrica.
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