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Crónica de una generación trágica
(Cápitulo V)
1995
Manuel Carreño

Los años que siguieron me volvieron a dar esperanza, la depresión era parte del pasado. Me gradué del colegio, me salve de el ejercito y pude entrar a la universidad. Generalmente cuando uno sale de una gran depresión empieza a buscar respuestas sobre la vida, y empieza a charlar con los amigosblico fiel, además porque con los años, los dueños de bares se empezaron a dar cuenta que siempre aparecen nuevos clientes con ganas de empezar a tirárselas de intelectuales y hablar carreta al compás de la música de “Silvio y Pablo”.

Yo no fui la excepción y empecé a frecuentar es sobre el sentido de la existencia, las creencias religiosas, la falsedad del mundo en el que vivimos, y la búsqueda de la verdad absoluta. Eso nos va llevando a conocer nueva gente y entrar en una movida bogotana, que a diferencia de las anteriores nunca pasa de moda, y siempre mantiene un cierto “target”. La movida “bohemia” lleva treinta años teniendo a su puos sitios. Para esa época oía mucho Sui-Generis, y Fito Páez, me gustaban ver películas como La Noche de los Lápices, tenía un discurso contra los militares, contra las dictaduras, y contra el capitalismo. Sin embargo yo no era del ala radical. En esos sitios era muy normal encontrarse a muchachos con la pinta a lo Andrés Caicedo, mechudos flacos y de gafas gruesas, con mochila y un insoportable tono de voz grueso y pausado que hablaban del materialismo dialéctico, el postmodernismo, y los nuevos retos de la revolución. Los menos políticos en cambio se dedicaban a leerle (en ese mismo tono) a las incautas niñas que frecuentaban los bares, cosas como “mi táctica es quererte como sos amarte como sos” o “ estoy con ganas de verte, cansado de verte” , y si Benedetti no funcionaba se ponían mas radicales: “ me gustas cuando callas porque estas como ausente”: los años han pasado pero Benedetii y Neruda siguen teniendo el mismo efecto entre las niñas... y ellas parecieran no darse cuenta.

Empeze a frecuentar mucho lugares como “el bulin”, “famas y cronopios” o “los versos del capitan” fue en este ultimo en donde me encontraba aquella noche. Mis amigos habían cambiado, no había vuelto a saber de mi amigo el pinta, andaba con otros dos que estaban en pos de dejarse el pelo largo como yo. Por esos dias mi vida amorosa andaba muy bien, había conseguido novia en mi entrada a la universidad, andaba feliz con ella, y eramos una pareja estable. Poe esas cosas que tiene la vida a ella no la dejaron salir esa noche y me fui con mis amigos a los versos.

Llegamos un poco tarde, por lo cual ya casi todas las mesas de madera, con velas encima estaban llenas, por lo cual nos toco hacernos en la entrada. El dueño de “Los Versos” era un chileno que había escapado de la dictadura, de barba larga. Se subió a la tarima y anuncio al espectáculo de la noche, una nueva figura que alternaría temas de su propia inspiración con algunos covers. Para cautivar a la audiencia, el mechudo aquel empezó su recital con una canción de “Silvio” “te molesta mi amor, mi amor de surtidor”, después toco un par de temas de él.


 

No me acuerdo muy bien, pero se que hacían alusión a las flores, al viento, a la lluvia, y todos tenían al final un simil femenino. Una de esas canciones, antes de empezar se la dedico a “una hermosa mujer que ha llenado mi vida de espiritualidad”. A estas alturas del cuento decir de quien se trataba esa hermosa mujer en actitud de sorpresa seria un contrasentido. Cuando se acabo el concierto, nos pudimos hacer en la misma mesa que ellos ya que uno de mis amigos estudiaba con el cantante, que obviamente también tenia la pinta Andrés Caicedo. A pesar de la sorpresa que me dio verla, el hecho de que mi vida sentimental estuviera bien, hizo que no fuera tan chocante encontrármela. Tardo unos segundos en reconocerme debido a mis gafas y mis mechas, pero cuando lo hizo me saludo efusivamente. El novio pregunto sorprendido de donde conocíamos, a lo que ella contesto “de la vida” y sonrió. Se veía muy linda con su falda larga de flores y su saco de lana. Así que no sentamos y hablamos un buen rato. Ella solo tenia ojos para el intelectualoide este, se derretía ante toda su lora barata y solo atinaba a decir ¡es cierto¡.

Casi no pude hablar con ella, de hecho casi no pude hablar, debido a que este señor hablaba tanta basura que era imposible abrir la boca. En un momento se fue a hablar con el dueño del bar, con lo que por fin la puede abordar, le conté que yo también estaba cuadrado y que estaba feliz. Le pregunté por el duro, a lo que ella me contó que estaban cuadrados cuando el le dijo que iba a hacer un negocio a Venezuela. Esa fue la ultima vez que lo vio.

- Él al principio quería buscarte para matarte - me dijo.
- Tengo la impresión que el que no lo haya hecho tiene mucho que ver contigo.
- Algo así.

Me contó que aunque le dio muy duro ella tuvo la suerte de conocer a este personaje en la universidad, que le había abierto los ojos y lo había mostrado lo engañada que había estado.

Yo atine a decirle en un momento “tu sigues siendo una cuenta pendiente en mi vida”. Ella se sonrió, pero justo en ese momento el hombre empezó a cantar y en seguida ella me dejo de hablar, fascinada como si estuviera hipnotizada, ella escuchaba los dulces acordes de la guitarra que emanaban de este señor. Yo me quede mirándola, entendí que para que ella logre enamorarse de alguien, uno debe mantener una pose o un status, esta vez no me dio rabia, me dio lastima.

Me termine la botella de ron y me fui con mis amigos, la despedida con ella fue fría, pero al menos no fue dramática como las anteriores, ella se quedó allá idolatrando al semi hippie en potencia este y yo me fui con la tranquilidad de saber que había alguien más en mi vida, que estaba esperando que yo llegara a casa para que la llamara.

Con el tiempo me fui desilusionando de la movida bohemia, descubrí, que a pesar de lo profunda que parecía, era igual de superficial que cualquier otra y después de un tiempo se tornaba aburrida, pero para el que lo desee allí esta siempre aceptando nuevo militantes...

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*Manuel Francisco Carreño es el verdadero nombre de Brando Maya, gestor de innumerables y fallidos proyectos individuales y en colectivo, entre los que se cuentan El Utensilio, Morgan Records, Paréntesis, Poliarquía F.C. y Situación Crónica. Hoy es codirector del espectáculo radial La Silla Eléctrica.

 
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