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Crónica de una generación trágica
(Cápitulo VI)
1998
Manuel Carreño

Justo cuando se cumplían 10 años exactos de la primera vez que la vi, me volví a encontrar a Carolina. Pero esa fue la última vez que me la topé infructuosamente...

Los mejores momentos de mi vida, ya habían pasado, eran tiempos difíciles, para mí y para el país, la bonanza económica que viví durante toda mi infancia había desaparecido, pero no era un problema de mi familia, todos mis amigos pasaban por la misma situación. Y es que durante varios años crecimos convencidos que este era un paraíso, pero cuando la plata de los mafiosos se fue, todos volvimos a la misma realidad. Quedé afuera de la universidad un semestre justo en la crisis, ya no estaba con mi novia, me había vuelto irascible y amargado, ya ni siquiera tenía crisis existenciales, en donde me preguntaba todo acerca de mi vida, ya simplemente todo me importaba un culo. Me había llegado la famosa “crisis de los 20” y de alguna manera empezaba a entender que esa adolescencia rodeada de mucha rumba y pocas responsabilidades, estaba empezando a acabarse. Un poco tarde, la vida me estaba dando la bienvenida.

La rumba en Bogota había cambiado. Un año antes el alcalde de Bogotá, había decidido cerrar los bares a la 1:00 de la mañana según el porque la gente así se iría a dormir temprano y evitaria muertes y peligros. Esta medida solo generó dos cosas: por un lado el quiebre de una cantidad de establecimientos, y por otro una nueva concepción de la rumba, que cambió para siempre en Bogotá. Está demostrado que lo prohibido siempre llamará más la atención en el joven por el hecho de serlo, por lo cual el aire de clandestinidad que empezó a dar la rumba después de las 12: am lejos de mandar a la gente a dormir, los emocionó. Entonces ahí nació una nueva rumba, importada de las discotecas europeas: el “after party” una fiesta que combinaba sitios oscuros, música “trance”, drag queens, trajes sintéticos muy de la moda, peinados extraños de varios colores, gente “ensimismada” en la música, que parecen zombis, y sobre todo, muchas drogas sintéticas.

 

Además los protagonistas de esta rumba ya no eran los de mi generación, para ese momento mientras mis amigos y yo ya teníamos 20 y 21 años, aparecían nuevos jóvenes que aunque sólo tenían cuatro años menos que nosotros habían tenido un proceso muy distinto al nuestro. No habían oído rock en español, tuvieron Internet desde chiquitos y se volvieron adolescentes con la cultura MTV.

Nunca fui amigo de la cultura de “after” sin embargo fui un par de veces. Una de esas fue a un edificio del centro que realizaba una gran rumba con trance. Ahí estaba ella. Se había cortado su hermoso pelo chuto para dejárselo muy chiquito, teñido de rojo encendido, y con una hebilla que se lo sujetaba. Usaba un esqueleto, una chaqueta sintética, una falda negra unas medias de rayas a colores y unas sandalias. Tenia las uñas pintadas de negro. Bailaba sola en un rincón del galpón. No como en la época de la Florhisteria, donde bailaba rabiosamente y derrochando energía, aquí se dejaba llevar por la música moviendo sus manos. Como si estuviera hipnotizada por ella. Mientras la observaba a lo lejos, y volvía a pensar lo maravilloso que era el destino, pensé en irle a hablar. Estaba totalmente sola por lo que creí que seria mi oportunidad, pero en seguida pensé: ¿Oportunidad de que? ¿De que me haga algún otro desplante? ¿De que otra vez no quedemos en nada? ¿De que me vuelva a despreciar? ¿De que se niegue a ver que somos el uno para el otro?. No, mejor no, tenia bastantes problemas para que el eterno fantasma del pasado volviera a mi vida a meterme uno más. Así que me alejé de donde ella estaba, pensando más bien que el destino no era maravilloso, sino que le gustaba ponerme a esta niña al lado solo para joderme la vida. Convencido de que tenía que dejarla atrás le di la espalda estando seguro que sería la última vez que la vería. Mientras tanto el “trance” seguía sonando y el “after” seguía su rumbo.

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*Manuel Francisco Carreño es el verdadero nombre de Brando Maya, gestor de innumerables y fallidos proyectos individuales y en colectivo, entre los que se cuentan El Utensilio, Morgan Records, Paréntesis, Poliarquía F.C. y Situación Crónica. Hoy es codirector del espectáculo radial La Silla Eléctrica.

 
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