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El
Club del Clan fue un programa de radio y televisión, cuyo
nombre y formato fueron copiados del que se emitía en el
canal 13 de la televisión argentina desde 1963 y que, bajo
la batuta del ejecutivo de la RCA Victor, Ricardo Mejía,
había conseguido cimas increíbles de audiencia con
artistas como Palito Ortega y otros de la "nueva ola",
que interpretaban canciones como La Plaga, Popotitos, La Felicidad,
Despeinada y La Nave del Olvido.
En Colombia, el Club del
Clan empezó como programa radial en 1966, impulsado por
Guillermo Hinestroza, de Todelar. Fue la emisora popular por excelencia,
de donde surgirían estrellas como Las Mellizas, César
Augusto, Jairo Alonso, Mariluz y Vicky, figuras que al lado de
otros y de Radio 15, generaron lo que se llamó la generación
del ye-ye (ésto por lo del yeah, yeah de las canciones)
y el go-go, que tenían como superéxitos las mismas
canciones del programa argentino, que se convirtieron en himnos
de la primera generación rockera de nuestro país.
Allí también
dieron sus primeros pasos las voces más importantes de
la balada romántica de los 70, como Claudia de Colombia,
Emilce, Mariluz y otras. Hasta el Culebro Casanova metió
mano ahí.
El Club del Clan no fue
sólo radio sino también televisión. Se emitía
cuatro veces a la semana en horario triple A, es decir, cuando
hay más personas viendo la tele. El logro de este programa
dirigido por Jaime Ibarra y presentado por los hermanos Eduardo
y Álvaro Sarmiento G., que salió del aire en el
69 y volvió, sin éxito, en 1984, fue la creación
de una escuela que asesoró, enseñó y moldeó
a las promesas musicales de aquel momento: Los Flippers, los Speakers,
Oscar Golden, Lyda Zamora y Harold. Allí se bautizó
a varios de ellos: Billy Pontoni a Guillermo García, Vicky
a Esperanza Acevedo y Claudia de Colombia a Gladys Caldas.
El Club del Clan fue uno
de los dos primeros programas de música juvenil en la TV
colombiana, el otro era Juventud Moderna, dirigido por Alfonso
Lizarazo. El primero era la prolongación del cuerpo de
El Club del Clan Radio, y el otro, era el equivalente de Radio
15 llevado a la televisión. Posteriormente Caracol programaría
el Estudio de Harold, y RTI entraría con Estudio Uno. El
nuevo canal local TV9 Tele-Bogotá (más conocido
como Teletigre) competía con Shinding, programa de una
hora de programación semanal donde melenudos cantantes
de rock-and-roll y de twist se sucedían unos a otros "en
monótono desfile", según los críticos
de la época. Luego vendría Ye Ye Teletigre, en 1967.
Fue tal la importancia
que tuvo El Club del Clan en el nacimiento del sonido rockero
en el país, que además de la radio y la televisión,
tuvo una revista bautizada con el mismo nombre.
Poco
a poco el movimiento fue tomando fuerza. Los gringos que vivían
en Bogotá se unieron a los fans salidos de los barrios
Sears (hoy Galerías), El Polo y La Soledad. Impulsada por
la moda ye-yé, nace la primera discoteca go-go, La Bomba.
El proyecto era de Carlos Pinzón (¡de nuevo!), el
publicista Juan David Botero, Gloria Valencia de Castaño
y Fernando Gómez Agudelo. Se instaló en un parqueadero
de la calle 60 con carrera 9ª, donde cabían un escenario
giratorio, un equipo de sonido, una banda y 800 personas frenéticas,
danzando hasta el desmayo. Se abría los fines de semana.
Los domingos, al medio día, se programaba un matiné,
del que se sabía cuándo empezaba pero no cuándo
iba a terminar. Asistía la crema de la farándula,
gente de televisión y modelos. Y actuaban los mejores grupos
colombianos: los Flippers, los Speakers, los Yetis de Medellín.
Justo después de que el grupo invitado terminaba de tocar,
el tablado daba la vuelta y aparecía el siguiente como
por arte de magia. "En realidad el arte era de un hombre
que lo empujaba".
Después de La Bomba,
Pedro Schambon, ejecutivo de Nestlé, montó El Diábolo,
en la calle 55 con carrera 7ª. Se abrió también
La Gioconda, en la carrera 13 con calle 63, y nacieron otras 20
ó 30 discotecas por el estilo en Bogotá, con sonoros
nombres como El Infierno o Las Mazmorras. Algunas de ellas se
convirtieron también en locales de ensayo. Por ejemplo
los Young Beats ensayaban ya fuera en El Diábolo, pues
su manager era Schambon, o en La Caverna de la calle 62 . El público
que asistía en las noches estaba conformado por hordas
de ejecutivos que aprovechando la fiebre go-go salían en
busca de pareja. Iban a pescar en río revuelto. Lo curioso
es que las niñas se hacían llevar con sus amigos
melenudos, el verdadero público.
Los grupos empezaron a
disfrutar del poco dinero que recaudaban. No era mucho pero sí
lo suficiente como para que una asociación de orquestas
de música tropical se sintiera amenazada y se fuera a la
huelga. "Los Golden Boys, los que popularizaron el baile
de El Pirulino, y otras orquestas como Los Teen Agers, tocaron
en la Plaza de Bolívar en contra de nosotros, dizque porque
les estábamos robando la gente", según recuerda
Edgard Hozzman, manager de bandas go-go.
Y si en el norte el escenario
eran las discotecas, en el sur se oía Radio 15 en las calles,
pero el sentimiento era el mismo:
"Por supuesto como
micos, comenzamos a imitar, a mascar chicle en cantidad, a dejarnos
el pelo largo, ya pedíamos era rock para bailar, formábamos
barras, íbamos a buscar camorra a otros barrios, ni sabíamos
lo que hacíamos. De lo que sí estábamos seguros,
era de algo, de protestar. Queríamos reventar algo dentro
de nosotros que no podíamos descifrar. Nuestras nenas se
nos aliaron con su forma de pensar. Emergió la minifalda
como expresión de libertad; un ¡no! rotundo a la
masturbación física y mental, aunque era muy rica
a esa edad. Queríamos libertad, pero libertad sexual. Además
libertad de pensamiento, de expresión. Gracias a la vida
todas las circunstancias se presentaron en esos momentos: la radio,
la prensa, las revistas, la música electrónica,
los ritmos, los cantantes, los músicos, los libros, los
poetas, todo. Todos estaban cambiando y así como un flash,
salimos de un mundo y nos metimos en otro sin mirar atrás".
Y en los barrios populares,
se encontró de frente con la izquierda política.
A finales de noviembre de 1966 se celebra la tercera semana cultural
del barrio Policarpa con la presentación de conjuntos go-go.
Y en 1967, en la Casa Cultural administrada por los comunistas
se presentaba uno de los grupos más emblemáticos
de la escena go-go colombiana: los Young Beats, cuya estética
y repertorio estaban orientados hacia el beat y el garage-rock.
Este grupo grabó al menos un excelente álbum llamado
Ellos están cambiando los tiempos, con versiones de clásicos
como You Better Move On (Rolling Stones), You Really Got Me (Kinks)
y Gloria (Them, en español).
«Nada de lo que
se hace en la vida es fruto del caso o de la fortuna -cuenta Roberto
Fiorilli-. A los 13 años ya me interesaba el teatro a través
del hijo de un amigo de mi padre, algo mayor que yo, que tenía
amistad con gente de un grupo de teatro. Ellos necesitaban de
una persona que cuidara la sonorización de una obra teatral,
El cartero del rey de Rabindranat Tagore, así que yo me
ofrecí para la cosa y con mi grabadora Viking y el equipo
de sonido de mi padre les organicé eso».
«¡Pues los
muchachos en cuestión eran Jorge Alí Triana y Paco
Barrero! ¡O sea que entré por la puerta grande! Jorge
Alí en ese tiempo tenía una relación con
Rosario Montaña, hija de Diego Montaña Cuéllar,
sindicalista y miembro del Partido Comunista, así que comencé
a frecuentar el ambiente de los intelectuales de izquierda y a
conocer mucha gente: Santiago García, Eddy Armando, etc.».
"Cuando yo comencé
con la música el primer grupo que formé fueron The
Young Beats, y nuestro repertorio, a diferencia del de los otros
grupos "rivales" del periodo, era escogido entre las
canciones de significado de protesta o político o social,
porque todos en el grupo, especialmente cuando éramos Ferdie,
Fernando Córdoba, Miguelito (Suárez) y yo, teníamos
más o menos las mismas ideas».
«Con el grupo de
Teatro Popular Independiente ensayábamos en el Instituto
Cultural Colombo Soviético y aunque no podía participar
oficialmente en política por ser extranjero es claro que
estaba siempre metido con las manifestaciones, los panfletos y
el resto».
«Cuando los de la
Juco nos propusieron lo del Policarpa aceptamos con ganas, aunque
tú sabes muy bien que la realidad era que a los del Policarpa
lo que hacíamos nosotros no les importaba mucho, hubieran
preferido a Lucho Bermúdez. ¡Lo importante es que
cada uno haga lo suyo! Después comenzamos con la serie
de "conciertos debates", donde con la música
se ofrecía la posibilidad de discutir de ella, de las razones
de las letras, de los significados y de las implicaciones. ¡Estas
cosas tuvieron mucho éxito y era muy especial la atmósfera
que se producía!».
«Otra
cosa: Por más de que el grupo Los Young Beats, y después
Time Machine, tuvieran simpatías de izquierda, la realidad
de la música y del ambiente profesional nos obligaba a
aceptar trabajos que no se podían definir en línea
con una actitud de "izquierda", así que nosotros
también participamos activamente y con éxito en
los programas de Pinzón y de Lizarazo, y éramos
de los de los matinés en La Bomba».
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«The
Young Beats se acabó en 1967, porque los tiempos cambiaron,
eran más propicios para otras ideas que agitaban la escena
musical mundial. A mediados de ese año, comencé a
tocar temas de Jimi Hendrix, Paul Butterfield, Jeff Beck, etc.,
junto con Ferdie, además de Yamel Uribe y Óscar Lasprilla,
bajista y guitarrista, respectivamente, provenientes de Los Ampex.
Juntos, fundamos el grupo The Time Machine, y participamos en el
programa Telestrella, de Carlos Pinzón, donde tuvimos un
éxito instantáneo. Mientras tanto, las disqueras ya
eran más prudentes, y sólo conseguimos grabar un EP
con cuatro temas: The Train Kept A Rollin' , de los Yardbirds, banda
sonora de la película Blow Up de Antonioni; Our Love Is Drift,
de Paul Butterfield; Fire de Jimi Hendrix; y Just Like A Woman,
de Bob Dylan. El Time Machine fue un grupo típico "para
músicos", que venían de las diversas discotecas
para ver a la gente tocar. Ya el público "normal"
acabó cansándose de los conciertos y el trabajo se
fue haciendo escaso».
Pero
la principal estrella que animaba los actos juveniles comunistas
era sin duda el "compositor de música go-go" Pablus
Gallinazus, famoso por sus canciones que mencionaban la lucha del
pueblo vietnamita y la de los combatientes del campo. Gallinazus,
cuyo verdadero nombre era Gonzalo Navas Pardo, había salido
a la luz pública gracias a su composición Boca de
chicle, clásico de la onda go-go, en la voz de Oscar Golden,
pero se hizo famoso como pionero de la canción-protesta,
con sus poesías nadaístas y su guitarra acústica.
Vale la pena citar al redactor
de Voz Proletaria que reseñó el gigantesco acto -¡más
de 20 mil personas y hay fotos!- organizado en el coliseo el Campín
para celebrar el 50 aniversario de la Revolución de Octubre,
en noviembre de 1967:
«El joven poeta Pablus
Gallinazus, tal vez el mejor exponente de la nueva tendencia bautizada
como la canción-protesta, se presentó en medio de
la cálida acogida de los espectadores. Recitó apartes
de su poema La ciudad llamada Pablus y reiteró sus críticas
a la actitud de los niños-bien que han importado la moda
burguesa de los hippies bajo la divisa de hacer el amor y no la
guerra».
«"Yo sostengo
-dijo Pablus- que hay que hacer el amor en la guerra". El poeta
identifica la guerra con la lucha de clases de oprimidos contra
opresores, aunque, como oposición a la guerra atómica,
señaló que "soy amigo de la paz"».
«El homenaje de Pablus
a la Revolución de Octubre fue cerrado con una ovación
del público, que subrayó así su simpatía
por los jóvenes valores de la cultura que se orientan hacia
los temas y la problemática popular».
El fenómeno go-go
también invadió la provincia. El ahora cineasta Lisandro
Duque bajó a cero la sintonía de Radio Ciudad Milagro
en Armenia pasando música de los Beatles y echando pestes
contra los Kennedy en una emisora que había habituado a sus
oyentes -campesinos totales- a escuchar a Los Cuyos. Manuel Busquets
hacía lo propio en Cartagena a través de su programa
Stereocita en Radio Bahía.
Para 1968, cuando bajaba
ya la fiebre go-go, La Bomba cambiaba de dueño y pasaba a
llamarse la Tropibomba, sin dejar de ser un sitio de lujo, donde
por ejemplo se entregaron los premios Tele-Novela 1968, con transmisión
en directo a través de la TV. La Tropibomba dio su nombre
a la orquesta de Alberto Navarro, que fue una de las mejores de
la naciente escena nocturna del jazz latino y que participó
en el bloqueo artístico organizado por el Comité de
Acción Intersindical en marzo de 1969 contra el uso de pistas
grabadas en los programas musicales. Fueron afectados por la reivindicación
de los artistas el programa Gran escenario (un videotape con artistas
extranjeros) y Maria Eugenia y Oscar Golden (en Domingos circulares
de Carlos Pinzón), entre otros. Por su parte, el sindicato
recibió el apoyo de las orquestas de Lucho Bermúdez
y Pacho Galán.
El local de la Tropibomba
terminaría luego convertido en sala de vallenatos.
Por su parte, hacia 1968,
la canción protesta se había convertido en una escena
diferenciada, inspirada por artistas del Cono Sur como Víctor
Jara, Violeta Parra y Piero, expulsado de nuestro país en
1972 y ahora colombiano de adopción. Junto a una pléyade
de cantantes militantes como Aída Pérez (premiada
en un festival internacional), Juan Sebastián o Eliana se
destacaban duetos como el de Ana y Jaime, Amalia y Gracián,
y Norman y Darío, fundado por el ex integrante de los Yetis
Iván Darío López, junto a Norman Smith. Algunos
de estos músicos se organizaron en el Centro Nacional de
la Canción Protesta. En 1970 la Juventud Comunista presentó
un disco que recogía las principales voces del género
en nuestro país.
A finales de 1967, Rodrigo
García y Humberto Monroy, de los Speakers, habían
tenido problemas por segunda vez con Édgar Dueñas,
baterista, y decidieron sustituirlo. La cosa no le gustó
a Luis, su hermano, y ésta fue la causa que condujo al cisma,
con la salida de Luis, Edgar y Oswaldo Hernández.
En ese mismo momento, The
Time Machine atravesaba un periodo de crisis por falta de trabajo,
y Yamel se quería ir a España, cosa que hizo en breve.
Óscar Lasprilla y Roberto Fiorilli fueron contactados por
Rodrigo y Humberto y les propusieron una gira por el sur y la grabación
del cuarto LP. La gira por Ecuador duró tres meses, el grupo
volvió a Bogotá en febrero del 68 y grabó el
álbum en los estudios de la Suramericana de Grabaciones,
en la calle 18 con carrera 8.
Según cuenta Roberto
Fiorilli:
«El disco fue acogido
de manera tibia porque el cambio de estilo era más bien fuerte.
Ya no era el grupo à gogo que todos conocían. Los
temas eran originales: 3 de cada uno de nosotros, y las temáticas
ya comenzaban a complicarse. Yo por mi parte comencé a hacer
campaña interna para que el grupo se convirtiera en algo
serio. El primero a seguir la línea fue seguramente Humberto,
y luego Rodrigo sería el más ferviente seguidor del
cambio radical con el quinto disco».
«Óscar decidió
irse porque Yamel desde España le escribía diciéndole
que allí había buenas oportunidades de trabajo, y
en ese periodo en Colombia se estaba viendo que el fenómeno
de la música beat tenía los días contados.
El trópico volvía a coger su puesto. Así que
decidió irse. Por un periodo estuvo en España, donde
alcanzó a trabajar con Fernando Arbex, baterista y cantante
de Los Brincos, en dos producciones del mismo: Marabunta y Alacrán.
Después decidió irse para Londres y comenzó
a trabajar en estudio con buenos resultados y también como
productor».
«A este punto, Rodrigo,
Humberto y yo decidimos dejar el grupo así, ya que reemplazar
a Óscar era difícil. En algunas ocasiones, especialmente
en conciertos, llamamos a colaborar con nosotros a Fernando Córdoba,
guitarrista y cantante ex Young Beats ex Time Machine. Al mismo
tiempo comenzamos a planear una producción en la cual cada
uno de nosotros pudiera expresar su interior, sea en música,
sea en ideas gráficas, etc., y comenzó a tomar forma
el quinto y último LP».
«Cuando teníamos
las ideas claras sobre el proyecto, se lo propusimos a Bambuco,
a Phillips, a la CBS, a Sonolux. La respuesta era más o menos
la misma: demasiado costoso y poco comercial (¡tenían
razón!). Así que decidimos hacerlo nosotros. Yo en
mis años anteriores frecuentando el ambiente intelectual
de ese periodo había conocido personajes de todo tipo que
desarrollaban diversas actividades, así que comencé
a hacer la campaña para la colaboración y convencí
a Danilo Vitalini para las fotografías, Ricardo Cortázar
para la carátula, el maestro Augusto Rendón y el premio
del salón nacional de pintura del 67, Carlos Granada para
dos páginas del interno, pues queríamos un álbum
de varias páginas que al fin fueron 16».
«El estudio, que era
parte importante de la cosa, lo conseguimos hablando con el Dr.
Drezner, dueño de Ingeson, quien nos dijo que nos daba el
estudio gratis por las noches si en algún modo utilizábamos
el nombre de Ingeson, y como yo me pasaba casi 8-10 horas diarias
allí, le dije "¿qué le parece The Speakers
en El Maravilloso Mundo de Ingeson?" y Drezner dijo: "¡pueden
empezar desde mañana!"».
«Así se grabó
el quinto LP del grupo, con producción totalmente nuestra.
En pleno auge de la psicodelia, el álbum traía composiciones
propias y un cuadernillo de 16 páginas, fotografías,
dibujos, una imitación de pastilla de LSD y perfume de rosas».
«La promoción
fue enorme: TV, periódicos, revistas, radio, talk shows...
Se hizo todo lo que se puede hacer en estos casos. La crítica,
toda de nuestra parte, atención, buenísimas criticas
de todos, resultado: 800 copias vendidas y los únicos que
se interesaron por el producto en Latinoamérica fueron los
de Discos Universal de México (Polydor), a los cuales decidimos
venderles los derechos para la explotación de la obra para
poder recuperar algo de los gastos».
«El año pasado
supe por internet que el sello americano Aquarius Records reeditó
la obra en CD. ¡Con la misma carátula está en
el noveno lugar de su listado de ventas! ¡E hicimos eso en
1968!».
«Después de
esta experiencia las cosas se precipitaron. Rodrigo dijo que tenía
bastante con la situación en Colombia y se fue para su país,
España. Humberto y yo decidimos que haríamos sólo
lo que nos daba la gana y así nació Siglo Cero, inicialmente
con Humberto, Ferdie y yo».
La ola go-go pasó
rápidamente al olvido, ante la invasión de la psicodelia
y el hippismo. A finales de los 60, en palabras de Arias, "se
da inicio a un movimiento que busca involucrarlo [al rock] con lo
que es el país y que coincide con la llegada del hippismo.
Ya no se trata de imitar a los Beatles, los Rolling Stones o simplemente
divertirse. Es una época bastante compleja, pues están
presentes los movimientos políticos de esos años que
siempre vieron con desconfianza al hippismo y a la introducción
de las drogas, que fue vista como interferencia en la lucha política
y en los procesos que se estaban viviendo. El movimiento estudiantil
en Colombia allí tuvo su momento más fuerte, que coincide
también con el momento fuerte del hippismo".
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*David
Moreno es músico, periodista y sociólogo. Artículos
como este pueden encontrarse en http://www.estudiocaos.com/molodoi64/
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